Cuenta la historia, que la noche en la que el pueblo judío salió de Egipto, había luna llena y eso les permitió prescindir de las lámparas para que no les descubrieran los soldados del faraón.
Este hecho es celebrado cada año en la pascua judía, o “Pesaj”, que siempre concuerda con una noche de luna llena, en recuerdo de los israelitas que huyeron de Egipto pasando por el Mar Rojo. En la última cena Jesús se encontraba celebrando la Pascua con sus apóstoles, siguiendo la tradición judía. Por lo tanto, podemos estar seguros que el primer Jueves Santo de la historia, era una noche de luna llena.
Es por esta razón que la Iglesia fija el Jueves Santo en la primera luna llena del equinoccio de primavera, que se presenta entre el 22 de marzo y el 25 de abril y siendo este el centro del Año litúrgico.
La Semana Santa recuerda la pasión, la muerte y la resurrección de Jesús. Comienza el Domingo de Ramos (Domingo antes del Jueves Santo) en el cual se celebra la entrada de Jesús en Jerusalén, donde el pueblo le da la bienvenida con ramas de olivos; continua con la conmemoración de la última cena, en la cual se instituyó el sacramento de la Eucaristía (Jueves Santo), se recuerda la Crucifixión y muerte de Cristo (Viernes Santo), su día de reposo en el sepulcro (Sábado Santo) y finalmente la celebración del Domingo de Resurrección.
Por: Marcela Allen Herrera
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