TRADUCCION

sábado, 31 de mayo de 2014

Ley del “Dharma” o Propósito en la Vida - Leyes Espirituales Deepak Chopra


 

En esta Ley Deepak Chopra nos dice que cada uno de nosotros tiene un talento único, algo que podemos hacer mejor que cualquier otro en el mundo y que cuando satisfacemos nuestras necesidades por medio de nuestros talentos, se crea riqueza y abundancia sin límites.
Esto debiéramos enseñarles a los niños desde el principio y veríamos el efecto que esto tendría en sus vida y así lo hizo Deepak con sus propios hijos, el les enseño que había una razón para que ellos estuvieran aquí, y que ellos debían descubrir esa razón por sí mismos. Según lo que el mismo señala: - "Eso fue algo que oyeron desde los cuatro años. También les enseñé a meditar cuando tenían aproximadamente esa edad, y les dije: No quiero que se preocupen, nunca, por ganarse la vida. Si cuando sean mayores no pueden ganarse la vida, yo les daré lo necesario, de manera que no se preocupen por eso. No quiero que se concentren en ser los mejores de la escuela, en obtener las mejores notas o en ir a la mejor universidad. En lo que realmente quiero que se concentren es en preguntarse a sí mismos cómo pueden servir a la humanidad y cuáles son sus talentos únicos. Porque cada uno de ustedes tiene un talento único que nadie más tiene, y una manera  especial de expresarlo, que tampoco tiene nadie más”.
Sus hijos acabaron estudiando en las mejores escuelas, obteniendo las mejores notas e incluso en la universidad son los únicos que eran económicamente autosuficientes, porque ellos tenían su atención puesta en el propósito por el cual estaban aquí. Ésta, entonces, es la ley del dharma.
La ley del dharma tiene tres componentes: El primero dice que cada uno de nosotros está aquí para descubrir su verdadero Yo, para descubrir por su cuenta que el verdadero Yo es espiritual y que somos en esencia seres espirituales que han adoptado una forma física para manifestarse. No somos seres humanos que tienen experiencias espirituales ocasionales, sino todo lo contrario: somos seres espirituales que tienen experiencias humanas ocasionales.
Cada uno de nosotros está aquí para descubrir su Yo superior o su Yo espiritual. Esa es la primera forma de cumplir la ley del dharma. Debemos descubrir por nuestra cuenta que dentro de nosotros hay un Dios en embrión que desea nacer para que podamos expresar nuestra divinidad.
El segundo componente de la ley del dharma es la expresión de nuestro talento único. La ley del dharma dice que todo ser humano tiene un talento único. Cada uno de nosotros tiene un talento tan único en su expresión que no existe otro ser sobre el planeta que tenga ese talento o que lo exprese de esa manera. Eso quiere decir que hay una cosa que podemos hacer, y una manera de hacerlo, que es mejor que la de cualquier otra persona, en este planeta. Cuando estamos desarrollando esa actividad, perdemos la noción del tiempo. La expresión de ese talento único – o más de uno, en muchos casos – nos introduce en un estado de conciencia atemporal.
El tercer componente de la ley del dharma es el servicio a la humanidad – servir a los demás seres humanos y preguntarse: “¿Cómo puedo ayudar? ¿Cómo puedo ayudar a todas las personas con quienes tengo contacto?”
Cuando combinamos la capacidad de expresar nuestro talento único con el servicio a la humanidad, usamos plenamente la ley del dharma. Y cuando unimos esto al conocimiento de nuestra propia espiritualidad, el campo de la potencialidad pura, es imposible que no tengamos acceso a la abundancia ilimitada, porque ésa es la verdadera manera de lograr la abundancia.
Y no se trata de una abundancia transitoria; ésta es permanente en virtud de nuestro talento único, de nuestra manera de expresarlo y de nuestro servicio y dedicación a los demás seres humanos, que descubrimos preguntando: “¿Cómo puedo ayudar?”, en lugar de: “¿Qué gano yo con eso?” La pregunta “¿Qué gano yo con eso?” es el diálogo interno del ego. La pregunta “¿Cómo puedo ayudar?” es el diálogo interno del espíritu.
Con sólo cambiar el diálogo interno y no preguntar “¿Qué gano yo con eso?” sino “¿Cómo puedo ayudar?”, automáticamente vamos más allá del ego para entrar en el campo del espíritu. Y aunque la meditación es la manera más fácil de entrar en el campo del espíritu, el simple hecho de cambiar nuestro diálogo interno de esta manera también nos brinda acceso al espíritu, ese campo de la conciencia donde experimentamos nuestra universalidad.
Si deseamos utilizar al máximo la ley del dharma, es necesario que nos comprometamos a hacer varias cosas:
Primer compromiso: Por medio de la práctica espiritual buscaremos nuestro yo superior, el cual está más allá de nuestro ego.
Segundo compromiso: Descubriremos nuestros talentos únicos, y después de descubrirlos disfrutaremos de la vida, porque el proceso del gozo tiene lugar cuando entramos en la conciencia atemporal. En ese momento, estaremos en un estado de dicha absoluta.
Tercer compromiso: Nos preguntaremos cuál es la mejor manera en que podemos servir a la humanidad. Responderemos esa pregunta, y luego pondremos la respuesta en práctica. Utilizaremos nuestros talentos únicos para atender a las necesidades de nuestros congéneres los seres humanos; combinaremos esas necesidades con nuestro deseo de ayudar y servir a los demás.
Hagamos una lista de nuestras respuestas a estas dos preguntas: ¿Qué haría yo si no tuviera que preocuparme por el dinero y si a la vez dispusiera de todo el tiempo y el dinero del mundo? Si de todas maneras quisiéramos seguir haciendo lo que hacemos ahora, es porque estamos en dharma, porque sentimos pasión por lo que hacemos, porque estamos expresando nuestros talentos únicos. La segunda pregunta es: “¿Cuál es la mejor manera en que puedo servir a la humanidad?” Respondamos esa pregunta y pongamos la respuesta en práctica.
Descubramos nuestra divinidad, encontremos nuestro talento único y sirvamos a la humanidad con él; de esa manera podremos generar toda la riqueza que deseamos.
Cuando nuestras expresiones creativas concuerden con las necesidades del prójimo, la riqueza pasará espontáneamente de lo inmanifiesto a lo manifiesto, del reino del espíritu al mundo de la forma. Comenzaremos a experimentar la vida como una expresión milagrosa de la divinidad, no ocasionalmente, sino a toda hora. Y conoceremos la alegría verdadera y el significado real del éxito, el éxtasis y el júbilo de nuestro propio espíritu.
CÓMO APLICAR LA LEY DEL “DHARMA” O PROPÓSITO EN LA VIDA
Pondré a funcionar la ley del dharma comprometiéndome a hacer lo siguiente:
1. Hoy cultivaré con amor al Dios en embrión que reside en el fondo de mi alma. Prestaré atención al espíritu interior que anima tanto a mi cuerpo como a mi mente. Despertaré a esa quietud profunda del interior de mi corazón. Mantendré la conciencia del ser atemporal y eterno, en medio de la experiencia limitada por el tiempo.
2. Haré una lista de mis talentos únicos. Después haré una lista de las cosas que me encanta hacer cuando estoy expresando mis talentos únicos. Cuando expreso mis talentos únicos y los utilizo en servicio de la humanidad, pierdo la noción del tiempo y produzco abundancia tanto en mi vida como en la vida de los demás.
3.Todos los días me preguntaré: “¿Cómo puedo servir?” y “¿Cómo puedo ayudar?” Las respuestas a estas preguntas me permitirán ayudar y servir con amor a los demás seres humanos.

* Esto fue extraído del libro: Las siete Leyes Espirituales del Éxito. Deepak Chopra 




Ley del Desapego - Leyes Espirituales Deepak Chopra




Esta ley nos dice que para adquirir cualquier cosa en el universo físico, debemos renunciar a nuestro apego a ella. Esto no significa que renunciemos a la intención de cumplir nuestro deseo, renunciamos al interés por el resultado.
El apego se basa en el temor, en la inseguridad, es producto de la conciencia de la pobreza, y por eso se interesa siempre por los símbolos, las necesidades mundanas, los intereses triviales. Nos hace prisioneros del desamparo, la desesperanza y la desesperación silenciosa.
El desapego es sinónimo de la conciencia de la riqueza porque sabe que tenemos la capacidad de tener todo lo que deseamos, cada vez que lo deseamos, y con un mínimo de esfuerzo. Se basa en la confianza incuestionable en el poder del verdadero Yo.
La fuente de la abundancia, de la riqueza o de cualquier cosa en el mundo físico es el Yo; es la conciencia que sabe cómo satisfacer cada necesidad. Todo lo demás es un símbolo: vehículos, casas, cheques, ropa, aviones. Los símbolos son transitorios; llegan y se van. Perseguir símbolos es como contentarse con el mapa en lugar del territorio. Es algo que produce ansiedad y acaba por hacernos sentir vacíos y huecos por dentro, porque cambiamos el Yo por los símbolos del Yo.
Sólo a partir de un compromiso desprendido, podemos tener alegría y felicidad. Para afianzarnos en el desapego es necesario fortalecer la sabiduría de la incertidumbre.
En la incertidumbre encontraremos la libertad para crear cualquier cosa que deseemos, es el suelo fértil de la creatividad pura y de la libertad, es penetrar en lo desconocido en cada momento de nuestra existencia. Lo desconocido es el campo de todas las posibilidades, siempre fresco, siempre nuevo, siempre abierto a la creación de nuevas manifestaciones.
Sin la incertidumbre y con el apego a lo conocido, la vida es sólo una vil repetición de recuerdos gastados. Nos convertimos en víctimas del pasado, y nuestro torturador de hoy es el yo que ha quedado de ayer.
Renunciemos a nuestro apego a lo conocido y adentrémonos en lo desconocido, así entraremos en el campo de todas las posibilidades. Esto significa que en cada momento de nuestra vida habrá emoción, aventura, misterio; que experimentaremos la alegría de vivir: la magia, la celebración, el júbilo y el regocijo de nuestro propio espíritu.
No necesitamos tener una idea rígida y completa de lo que haremos la semana próxima o el año próximo, porque si tenemos una idea clara de lo que ha de suceder y nos aferramos rígidamente a ella, dejaremos por fuera un enorme abanico de posibilidades.
La ley del desapego no obstaculiza la ley de la intención y el deseo – la fijación de metas. Siempre tenemos la intención de avanzar en una determinada dirección, siempre tenemos una meta. Sin embargo, entre el punto A y el punto B hay un número infinito de posibilidades, y si la incertidumbre está presente, podremos cambiar de dirección en cualquier momento si encontramos un ideal superior o algo más emocionante.
Cuando este estado de vigilancia – nuestra preparación en el presente, en el campo de la incertidumbre – se suma a nuestra meta y a nuestra intención, nos permite aprovechar la oportunidad. ¿Qué es la oportunidad?  Es lo que está contenido en cada problema de la vida. Cada problema que se nos presenta en la vida es la semilla de una oportunidad para algún gran beneficio. Una vez que tengamos esta percepción, nos abriremos a toda una gama de posibilidades, lo cual mantendrá vivos el misterio, el asombro, la emoción y la aventura.
Podremos ver cada problema de la vida como la oportunidad de algún gran beneficio. Habiéndonos afianzado en la sabiduría de la incertidumbre, podremos permanecer alertos a las oportunidades. Y, cuando nuestro estado de preparación se encuentre con la oportunidad, la solución aparecerá espontáneamente.
Lo que resulta de esto es lo que denominamos comúnmente “buena suerte”. La buena suerte no es otra cosa que la unión del estado de preparación con la oportunidad. Cuando los dos se mezclan con una vigilancia atenta del caos, surge una solución que trae beneficio y evolución para nosotros y para todos los que nos rodean. Ésta es la receta perfecta para el éxito, y se basa en la ley del desapego.
CÓMO APLICAR LA LEY DEL DESAPEGO
Pondré a funcionar la ley del desapego comprometiéndome a hacer lo siguiente:
1. Hoy me comprometeré con el desapego. Me permitiré y les permitiré a los que me rodean la libertad de ser como somos. No impondré tercamente mi opinión de cómo deben ser las cosas. No forzaré las soluciones de los problemas, y, por tanto, no crearé con eso otros nuevos. Participaré en todo con absoluto desprendimiento.
2. Hoy convertiré a la incertidumbre en un elemento esencial de mi experiencia. Y gracias a esa disponibilidad para aceptar la incertidumbre, las soluciones surgirán espontáneamente de los problemas, de la confusión, del desorden y del caos. Cuanto más inciertas parezcan las cosas, más seguro me sentiré porque la incertidumbre es el camino hacia la libertad. Por medio de la sabiduría de la incertidumbre, encontraré mi seguridad.
3. Penetraré en el campo de todas las posibilidades y esperaré la emoción que tiene lugar cuando me mantengo abierto a una infinidad de alternativas. Cuando entre en el campo de todas las posibilidades, experimentaré todo el regocijo, la aventura, la magia y el misterio de la vida.
* Este es un extracto del libro: Las siete Leyes Espirituales del Éxito. Deepak Chopra 

jueves, 29 de mayo de 2014

Ley de la Intención y el Deseo - Leyes Espirituales Deepak Chopra



Esta ley se basa en el hecho de que todo lo que existe en el universo, animales, plantas, seres humanos, estamos todos hechos de lo mismo, energía e información.
Sin embargo el orden general de la naturaleza, nosotros los seres humanos, pertenecemos a una especie privilegiada.  Tenemos un sistema nervioso que nos hace ser conscientes de nuestra energía y nuestra información. Esto nos permite influir y cambiar el entorno y con ello crear nuestro futuro.
Este cambio consciente se logra a través de las dos cualidades de la conciencia: la atención y la intención. Mientras la atención da energía, la intención transforma.
Cualquier cosa a la cual prestemos atención, crecerá con más fuerza en nuestra vida. Cualquier cosa a la cual dejemos de prestar atención, se marchitará, se desintegrará y desaparecerá.
De esta forma, debemos dirigir nuestra intención a un objetivo, una meta y el Universo desencadenará una infinidad de sucesos orientados a producir el resultado buscado, siempre y cuando que uno cumpla las otras leyes espirituales del éxito. La única advertencia es que utilicemos nuestra intención para beneficio de la humanidad; pero eso es algo que sucede espontáneamente cuando uno está alineado con las siete leyes espirituales.
La sola intención es muy poderosa, porque es deseo sin apego al resultado. Ponemos nuestra intención en el futuro (objetivo o meta) pero nuestra atención está en el presente, con la consciencia sobre todo lo que acontece en cada momento. Aceptamos el presente tal como es, nunca debemos luchar con él.
Mientras la atención esté en el presente, la intención hacia el futuro se cumplirán nuestros deseos, porque el futuro se crea en el presente.
El pasado, el presente y el futuro son propiedades de la conciencia. El pasado y el futuro nacen en la imaginación. El pasado son interpretaciones que recordamos, es recuerdo, memoria; el futuro es lo que anticipamos, es expectación; solamente el presente es real y eterno.
Si tenemos conciencia del momento presente, entonces los obstáculos imaginarios, del pasado o futuro que percibimos y que constituyen más del noventa por ciento de los obstáculos percibidos, se desintegran y desaparecen. El restante cinco a diez por ciento de los obstáculos percibidos se pueden convertir en oportunidades por medio de la intención focalizada.
La intención focalizada es la atención que no se aparta de su propósito y no deja que ningún  obstáculo consuma o disipe la concentración de nuestra atención. Al eliminar de la conciencia todos los obstáculos, de manera total y completa, podemos mantener una serenidad inconmovible, a la vez que mantenemos con pasión intensa el compromiso con nuestro objetivo. Éste es, simultáneamente, el poder de la conciencia sin apego y la intención focalizada.
Para poner en práctica esta ley Deepak Chopra sugiere dar los siguientes cinco pasos:
1. Entremos en el espacio de la conciencia pura. Eso significa ubicarnos en medio de ese espacio silencioso que hay entre los pensamientos, entrar en el silencio, ese nivel de sólo ser que es nuestro estado esencial.
2. Una vez establecidos en ese silencio, liberemos nuestras intenciones y nuestros deseos. Si tenemos una serie de metas, escribámoslas y concentremos nuestra intención en ellas, luego entra en el espacio silencioso o practica una pequeña meditación, y así la intención ya estará allí como una tenue llama vacilante en nuestra conciencia.
Liberar las intenciones y los deseos en este espacio significa sembrarlos en el suelo fértil de la potencialidad pura y esperar a que florezcan en el momento propicio. No es conveniente desenterrar las semillas de los deseos para ver si están creciendo, o aferrarse rígidamente a la manera como deberán desarrollarse. Lo único que hay que hacer es dejarlas libres.
3. Permanezcamos en el estado de auto-referencia. Esto significa no dejarnos influir por las opiniones y las críticas de los demás. Una buena manera de mantener el estado de auto-referencia es no divulgar nuestros deseos; no compartirlos con nadie, a menos que la otra persona tenga exactamente los mismos deseos que nosotros y entre los dos exista una unión fuerte.
4. Renunciemos a nuestro apego al resultado. Esto significa renunciar a nuestro rígido interés por un resultado específico y vivir en la sabiduría de la incertidumbre. Significa disfrutar cada momento de la jornada de la vida, aunque desconozcamos el desenlace.
5. Dejemos que el universo se encargue de los detalles. Nuestras intenciones y nuestros deseos, una vez liberados en el espacio silencioso, tienen un infinito poder organizador. Confiemos en que ese infinito poder organizador de la intención orquestará todos los detalles por nosotros.
CÓMO APLICAR LA LEY DE LA INTENCIÓN Y EL DESEO
Pondré a funcionar la ley de la intención y el deseo comprometiéndome a hacer lo siguiente:
1. Haré una lista de todos mis deseos, y la llevaré a donde quiera que vaya. Miraré la lista antes de entrar en mi silencio y mi meditación. La miraré antes de dormir por la noche. La miraré al despertar por la mañana.
2. Liberaré esta lista de mis deseos y la entregaré al seno de la creación, confiando en que cuando parezca que las cosas no están saliendo bien, hay una razón, y hay algo que aprender en ese momento.
3. Recordaré practicar la conciencia del momento presente en todos mis actos. No permitiré que los obstáculos consuman o disipen la concentración de mi atención en el momento presente. Aceptaré el presente tal como es y proyectaré el futuro a través de mis intenciones y mis deseos más profundos y queridos.
* Este es un extracto del libro: Las siete Leyes Espirituales del Éxito. Deepak Chopra. 




martes, 27 de mayo de 2014

Ley del Menor Esfuerzo- Leyes Espirituales Deepak Chopra



Esta ley se basa en el hecho de que la inteligencia de la naturaleza funciona con toda facilidad y despreocupación, es el principio de la no resistencia, de la armonía y el amor.
Si observamos la naturaleza, veremos que ella utiliza un esfuerzo mínimo para funcionar. La hierba no tiene que hacer ningún esfuerzo para crecer; sencillamente, crece. Los peces no se esfuerzan para nadar; sencillamente, nadan. Las flores no hacen ningún esfuerzo para abrirse; sencillamente, se abren. Las aves no se esfuerzan para volar; sencillamente, vuelan. Ésa es su naturaleza intrínseca. La Tierra no se esfuerza para girar sobre su eje; es su naturaleza girar a velocidad vertiginosa en el espacio. Es la naturaleza de un bebé estar siempre en estado de dicha. Es la naturaleza del sol brillar. Es la naturaleza de las estrellas titilar y destellar. Y es la naturaleza humana hacer que los sueños se conviertan en realidad, con facilidad y sin esfuerzo.
En la ciencia védica, la filosofía milenaria de la India, este principio se conoce como economía de esfuerzo, o “hacer menos para lograr más”. Esto significa que una ligera idea puede convertirse en realidad sin esfuerzo alguno, podemos conseguir y crear cualquier cosa que deseemos. Solo debemos dejar que la naturaleza funcione sin esfuerzo, sin poner resistencia, espontáneamente, debemos estar siempre en armonía con ella y asegurarnos que nuestros actos broten del amor, de esta forma la energía se multiplicara.
Podemos considerar el cuerpo como un aparato para controlar la energía: puede generar, almacenar y gastar energía. Si sabemos cómo hacerlo de manera eficiente, podremos crear felicidad en nuestras vidas.
Estaremos generando energía cuando nuestro punto interno de referencia es nuestro espíritu, cuando nos volvemos inmunes a la crítica y perdemos el temor a los desafíos, de esta forma, podemos aprovechar el poder del amor y utilizar creativamente la energía para vivir la abundancia y la evolución.
Sin embargo, cuando nuestros actos no son de amor, cuando tratamos de conseguir el poder para controlar a los demás, o buscamos el dinero para satisfacer al ego, o la aprobación del resto del mundo, no recibimos esa energía porque cortamos el flujo natural de ella hacia nosotros e impedimos la expresión de la inteligencia de la naturaleza.
La ley del menor esfuerzo tiene tres componentes, tres cosas que podemos hacer para poner en funcionamiento el principio de “hacer menos para lograr más”. El primer componente es:
1. La Aceptación. Aceptar significa sencillamente contraer un compromiso: “Hoy aceptaré a las personas, las situaciones, las circunstancias y los hechos tal como se presenten”. Eso significa que sabremos que este momento es como debe ser, porque todo el universo es como debe ser. Este momento – el que estamos viviendo ahora mismo – es la culminación de todos los momentos que hemos vivido en el pasado. Este momento es como es porque todo el universo es como es.
Cuando luchamos contra este momento, en realidad luchamos contra todo el universo. En lugar de eso, podemos tomar la decisión de no luchar hoy contra todo el universo, no luchando contra este momento. Eso significa que nuestra aceptación de este momento es total y completa. Aceptamos las cosas como son, no como quisiéramos que fueran, en este momento. Es importante comprender esto: podemos desear que las cosas sean diferentes en el futuro, pero en este momento debemos aceptarlas como son.
Cuando nos sintamos frustrados o estemos molestos a causa de una persona o una situación, recordemos que nuestra reacción no es contra la persona o la situación, -sino contra nuestros sentimientos acerca de esa persona o esa situación. Ésos son nuestros sentimientos, y nadie tiene la culpa de ellos. Cuando reconozcamos y comprendamos esto plenamente, estaremos listos para asumir la responsabilidad de lo que sentimos y para cambiarlo. Y si podemos aceptar las cosas como son, estaremos listos para asumir la responsabilidad de nuestra situación y de todos los sucesos que percibimos como problemas.
Esto nos lleva al segundo componente de la ley del menor esfuerzo:
2. La Responsabilidad. ¿Qué significa responsabilidad? Significa no culpar a nadie o a nada – ni siquiera a nosotros mismos – de nuestra situación. Una vez aceptado un suceso, un problema o una circunstancia, responsabilidad significa la capacidad de tener una respuesta creativa a la situación tal como es en este momento. En todos los problemas hay un principio de oportunidad, y esta conciencia nos permite aprovechar el momento y transformarlo en una situación o una cosa mejor.
Cuando hacemos esto, toda situación supuestamente enojosa se convertirá en una oportunidad para crear algo nuevo y bello; y todo supuesto torturador o tirano se convertirá en maestro. La realidad es una interpretación. Y si optamos por interpretar la realidad de esta manera, tendremos muchos maestros a nuestro alrededor, y muchas oportunidades para evolucionar.
Siempre que enfrentemos a un tirano, torturador, maestro, amigo o enemigo (todos son la misma cosa), recordemos: “Este momento es como debe ser”. Cualesquiera que sean las relaciones que tengamos en este momento de nuestra vida, son precisamente las que necesitamos en este momento. Hay un significado oculto detrás de todos los acontecimientos, y ese significado oculto está trabajando a favor de nuestra evolución.
El tercer componente de la ley del menor esfuerzo:
3. Asumir una Actitud No Defensiva, lo que significa que nuestra conciencia abandona su actitud defensiva y nosotros renunciamos a la necesidad de convencer o persuadir a los demás de que nuestro punto de vista es el correcto. Si observamos a las personas que nos rodean, veremos que ellas pasan el noventa y nueve por ciento del tiempo defendiendo sus puntos de vista. Si sencillamente renunciamos a la necesidad de defender nuestro punto de vista, a través de esa renuncia lograremos acceso a una cantidad enorme de energía que anteriormente desperdiciábamos.
Cuando estamos a la defensiva, cuando culpamos a los demás y no aceptamos ni nos rendimos ante el momento, nuestra vida se llena de resistencia. Cada vez que encontremos resistencia, reconozcamos que forzar la situación sólo aumentará la resistencia. No es bueno alzarse rígido como un gran roble que se agrieta y sucumbe a la tempestad; al contrario, debemos tratar de ser flexibles como la caña que se dobla en la tormenta y sobrevive.
Desistamos completamente de defender nuestro punto de vista. Cuando no hay un punto que defender, no puede haber discusión. Si hacemos esto constantemente, si dejamos de luchar y de resistirnos, viviremos plenamente el presente, el cual es un regalo. Alguien me dijo una vez que “el pasado es historia, el futuro es un misterio, y este momento es un regalo. Por esa razón este momento se denomina “presente”.
Si abrazamos el presente y nos volvemos uno con él, si nos fusionamos con él, sentiremos un fuego, un brillo, una chispa de energía palpitando en cada ser consciente. A medida que experimentemos este júbilo del espíritu en cada ser vivo, cuando entremos en intimidad con él, la dicha nacerá en nuestro interior y podremos deshacernos de las terribles cargas y molestias de la actitud defensiva, el resentimiento y el rencor. Sólo entonces nos sentiremos despreocupados, festivos, alegres y libres.
En medio de esta libertad alegre y sencilla, sabremos sin duda en nuestro corazón que lo que deseemos estará disponible para nosotros cuando lo deseemos, porque nuestro deseo vendrá del nivel de la felicidad, y no del nivel de la ansiedad o el temor. No necesitamos justificarnos; simplemente declaremos nuestro propósito ante nosotros mismos, y experimentaremos realización, deleite, alegría, libertad y autonomía en todos los momentos de nuestra vida.
Comprometámonos a seguir el camino de la no resistencia. Ése es el camino a través del cual la inteligencia de la naturaleza se desarrolla espontáneamente, sin resistencia ni esfuerzo. Cuando alcancemos esa deliciosa combinación de aceptación, responsabilidad e indefensión, sentiremos la facilidad con que fluye la vida.
Si permanecemos abiertos a todos los puntos de vista, no aferrados rígidamente a uno, nuestros sueños y nuestros deseos fluirán con los deseos de la naturaleza. Entonces podremos liberar nuestros deseos sin apego, y después sólo esperar el momento propicio para que florezcan convertidos en realidad. Podemos estar seguros de que cuando el momento sea el indicado, nuestros deseos se cumplirán. Ésa es la ley del menor esfuerzo.
CÓMO APLICAR LA LEY DEL MENOR ESFUERZO
Pondré a funcionar la ley del menor esfuerzo comprometiéndome a hacer lo siguiente:
1. Practicaré la aceptación. Hoy aceptaré a las personas, las situaciones, las circunstancias y los sucesos tal como se presenten. Sabré que este momento es como debe ser, porque todo el universo es como debe ser. No lucharé contra todo el universo poniéndome en contra del momento presente. Mi aceptación es total y completa. Acepto las cosas como son en este momento, no como me gustaría que fueran.
2. Habiendo aceptado las cosas como son, aceptaré la responsabilidad de mi situación y de todos los sucesos que percibo como problemas. Sé que asumir la responsabilidad significa no culpar a nada ni a nadie de mi situación (y eso me incluye a mí). También sé que todo problema es una oportunidad disfrazada, y que esta actitud de alerta ante todas las oportunidades me permite transformar este momento en un beneficio mayor.
3. Hoy mi conciencia mantendrá una actitud no defensiva. Renunciaré a la necesidad de defender mi punto de vista. No sentiré la necesidad de convencer o persuadir a los demás de que acepten mi punto de vista, permaneceré abierto a todas las opiniones sin aferrarme rígidamente a ninguna de ellas.
* Extraido del libro: Las siete Leyes Espirituales del Éxito. Deepak Chopra 

lunes, 26 de mayo de 2014

Ley del Karma - Leyes Espirituales Deepak Chopra



Todos hemos oído la expresión “Cosechamos lo que sembramos”, esto se refiere a que toda acción genera una fuerza de energía que vuelve a nosotros de igual manera. De esta forma si deseamos crear felicidad en nuestra vida, debemos aprender a sembrar las semillas de la felicidad.
Así, el “karma” es la acción y la consecuencia de esa acción; es causa y efecto al mismo tiempo.
En todo momento de nuestra existencia estamos tomando decisiones y tenemos acceso a un número infinito de opciones. Algunas de estas opciones se escogen conscientemente, mientras que otras se eligen inconscientemente.
Muchas veces actuamos por reflejos condicionados, de la misma forma que en el Experimento de Pavlov, en el cual se le daba algo de comer a un perro cada vez que sonaba una campana, pronto el perro comenzaba a salivar cuando oía la campana, porque asociaba un estímulo al otro. De la misma forma, la mayoría de nosotros, como consecuencia del condicionamiento, respondemos de manera repetitiva y predecible a los estímulos de nuestro medio ambiente. Nuestras reacciones son provocadas automáticamente por las personas y por las circunstancias, y así olvidamos que esas reacciones son opciones que escogemos en cada momento de nuestra existencia. Sucede simplemente que escogemos esas opciones inconscientemente.
Así por ejemplo, si yo insultara a alguien, lo más seguro es que esa persona optara por ofenderse. Si yo le hiciera un cumplido, lo más probable es que optara por sentirse complacida o halagada. Pero pensemos en esto: siempre hay una opción. Yo podría insultarla, y esa persona podría optar por no ofenderse. Yo podría hacerle un cumplido, y ella podría optar por no permitir que mi elogio la afectara.
Por eso, la mejor manera de comprender y utilizar al máximo la ley kármica es que seamos siempre conscientes de las decisiones que tomamos. Es detenerse un momento y observar las opciones que escogemos en el instante mismo en que las escogemos. Este procedimiento de elección y de observación conscientes da mucho poder.
Sea que nos guste o no nos guste, todo lo que está sucediendo en este momento es producto de las decisiones que hemos tomado en el pasado. Infortunadamente, muchos de nosotros escogemos inconscientemente, y, por tanto, no nos damos cuenta de que estamos frente a un abanico de opciones; sin embargo, lo estamos.
Cuando hagamos una elección – cualquier elección – hagámonos dos preguntas. En primer lugar: “¿Cuáles son las consecuencias de escoger este camino?” El corazón nos lo dirá inmediatamente.
Y en segundo lugar: “¿Traerá esta decisión que estoy tomando felicidad para mí y para quienes me rodean?” Si la respuesta es afirmativa, sigamos adelante. Si la respuesta es negativa, si se trata de una opción que nos traerá sufrimiento a nosotros o a quienes nos rodean, abstengámonos de escoger ese camino. Es así de sencillo.
Solamente hay una opción, entre el número infinito de opciones que se presentan a cada segundo, que puede traernos felicidad a nosotros y a quienes nos rodean. Elegir esta opción produce una forma de comportamiento que se conoce con el nombre de acción correcta espontánea.
La acción correcta espontánea es la acción apropiada que se toma en el momento oportuno. Es la respuesta correcta a cada situación, en el momento en que se presenta. Es la acción que nos nutre, a nosotros y a todas las demás personas a quienes ella afecta.
El universo tiene un mecanismo muy interesante para ayudarnos a tomar decisiones correctas espontáneamente. Este mecanismo se relaciona con las sensaciones del cuerpo, las cuales son de dos tipos: de bienestar o de malestar. En el instante mismo en que estemos tomando una decisión conscientemente, prestemos atención a nuestro cuerpo y preguntémosle: “¿Qué pasa si opto por esto?” Si el cuerpo nos envía un mensaje de bienestar, es la decisión correcta; si da señales de malestar, entonces no es el camino apropiado. Prestemos conscientemente atención al corazón y preguntémosle qué debemos hacer. Después esperemos la respuesta – una respuesta física en forma de sensación. Podrá estar en el nivel más sutil de sensación, pero estará ahí, en nuestro cuerpo.
Sólo el corazón sabe la respuesta correcta. La mayoría de las personas piensan que el corazón es sensible y sentimental, pero no es así. El corazón es intuitivo; es holístico, es contextual, es relacional. No se orienta a perder o a ganar. Tiene acceso al computador cósmico – el campo de la potencialidad pura, del conocimiento puro y del infinito poder organizador – y toma todo en cuenta.
Podemos utilizar la ley del karma para crear abundancia en todas las áreas, y hacer que todas las cosas buenas fluyan hacia nosotros cuando lo deseemos. Pero primero debemos tomar conciencia de que el futuro es el producto de las decisiones que estamos tomando en cada momento de nuestra vida.
Si hacemos esto con regularidad, estaremos utilizando plenamente la ley del karma. Cuanto más traigamos nuestras decisiones al plano de la conciencia, más podremos escoger aquellas opciones que sean correctas espontáneamente – tanto para nosotros como para quienes nos rodean.
¿Qué pasa con el karma del pasado y cómo influye en nosotros ahora? Con respecto al karma pasado, se pueden hacer tres cosas: La primera es pagar las deudas kármicas. La mayoría de la gente escoge hacer esto – inconscientemente, claro está. Ésta también puede ser nuestra opción. Algunas veces, el pago de esas deudas implica mucho sufrimiento, pero la ley del karma dice que en el universo jamás queda una deuda pendiente. El sistema contable de este universo es perfecto, y todo es un intercambio constante, de un lado a otro, de energía.
La segunda posibilidad es transformar o convertir el karma en una experiencia más deseable. Éste es un proceso muy interesante, en el cual uno se pregunta, mientras paga la deuda kármica: “¿Qué puedo aprender de esta experiencia? ¿Por qué me está sucediendo esto y cuál es el mensaje que el universo trata de comunicarme?
La tercera manera de enfrentar el karma es trascendiéndolo. Trascender el karma es independizarse de él. La manera de trascender el karma es entrar constantemente en el espacio de la conciencia pura para sentir el yo, el espíritu. Es como lavar un trapo sucio en una corriente de agua; cada vez que se lava, desaparecen algunas manchas, y si se lava una y otra vez, cada vez queda más limpio. Limpiamos o trascendemos el karma entrando y saliendo del espacio de la conciencia pura. Esto se hace mediante la práctica de la meditación.
Tomando conciencia de las elecciones que hacemos, comenzamos a generar acciones que encierran un proceso de evolución tanto para nosotros como para todos los que nos rodean. Y eso es todo lo que necesitamos hacer.
Mientras el karma sea evolutivo – tanto para el yo como para todos los afectados por el yo – los frutos del karma serán la felicidad y el éxito.
CÓMO APLICAR LA LEY DEL “KARMA” O DE CAUSA Y EFECTO
Pondré a funcionar la ley del karma comprometiéndome a hacer lo siguiente:
1. Hoy observaré las decisiones que tome en cada momento. Y con el simple hecho de observar esas decisiones, las traeré a mi conciencia. Sabré que la mejor manera de prepararme para cualquier momento en el futuro es estar totalmente consciente en el presente.
2. Siempre que haga una elección me formularé dos preguntas: “¿Cuáles son las consecuencias de esta decisión?” y “¿Traerá esta decisión felicidad y realización tanto para mí como para aquellos a quienes afectará?”
3. Después le pediré orientación a mi corazón, y me dejaré guiar por su mensaje de bienestar o de malestar.  Si me siento a gusto con la decisión, seguiré adelante sin temor. Si la decisión me produce malestar, me detendré a mirar las consecuencias de mi acción con mi visión interior.
 * Este es un extracto del libro: Las siete Leyes Espirituales del Éxito. Deepak Chopra 

jueves, 22 de mayo de 2014

Ley del Dar – Leyes Espirituales Deepak Chopra



La “Ley del Dar” que también podría llamarse la “Ley del Dar y Recibir” porque el universo opera por medio de un intercambio dinámico y se ejercita aprendiendo a dar todo aquello que buscamos recibir. Lo que damos es lo que recibimos.
El dar engendra el recibir, y el recibir engendra el dar. Lo que sube debe bajar; lo que se va debe volver. En realidad, recibir es lo mismo que dar, porque dar y recibir son aspectos diferentes del flujo de la energía en el universo. Y si detenemos el flujo desde alguno de los dos polos, obstaculizamos la inteligencia de la naturaleza.
Debemos dar y recibir a fin de mantener la riqueza, la abundancia, la prosperidad o cualquier cosa que deseamos en la vida circulando permanentemente, cuanto más demos más recibiremos.
Al dar y al recibir, lo más importante es la intención. La intención debe ser siempre crear felicidad para quien da y para quien recibe, porque la felicidad sostiene y sustenta la vida y, por tanto, genera abundancia. La retribución es directamente proporcional a lo que se da, cuando el acto es incondicional y sale del corazón.
Por eso el acto de dar debe ser alegre, la actitud mental debe ser tal que se sienta alegría en el acto mismo de dar. De esa manera, la energía que hay en el acto de dar aumenta muchas veces más.
Si al dar sentimos que hemos perdido algo, el regalo no ha sido dado en realidad, y entonces no generará abundancia. Cuando damos a regañadientes, no hay energía detrás de nuestro acto de dar.
Debemos aprender a dar aquello que buscamos. Si deseamos alegría, démosle alegría a los otros; si deseamos amor, aprendamos a dar amor; si deseamos atención y aprecio, aprendamos a prestar atención y a apreciar a los demás; si deseamos riqueza material, ayudemos a otros a conseguir esa riqueza. En realidad la manera más fácil de obtener lo que deseamos es ayudar a los demás a conseguir lo que ellos desean.
Si deseamos recibir el beneficio de todas las cosas buenas de la vida, aprendamos a desearle en silencio a todo el mundo todas las cosas buenas de la vida. Incluso la sola idea de dar, el simple deseo o una sencilla oración, tienen el poder de afectar a los demás.
La mejor manera de hacerlo es tomando la decisión de que cada vez que entremos en contacto con una persona, le daremos algo. No es necesario que sean cosas materiales; podría ser una flor, un cumplido o una oración. En realidad, las formas más poderosas de dar no son materiales.
Obsequios como interesarse, prestar atención, dar afecto, aprecio y amor, son algunas de las cosas mas valiosas que se pueden dar, y no cuestan nada. Cuando nos encontremos con alguien, enviémosle en silencio un buen deseo por su felicidad, alegría y bienestar. Esta forma de generosidad silenciosa es muy poderosa.
Tomemos la decisión de dar en todo lugar a donde vayamos, y a quien quiera que veamos. Mientras estemos dando, estaremos recibiendo. Cuanto más demos, más confianza tendremos en los efectos milagrosos de esta ley. Y a medida que recibamos más, también aumentará nuestra capacidad de dar.
Nuestra verdadera naturaleza es de prosperidad y abundancia; somos naturalmente prósperos porque la naturaleza provee a todas la necesidades y deseos. No nos falta nada porque nuestra naturaleza esencial es la potencialidad pura, las posibilidades infinitas.
Por consiguiente, debemos saber que ya somos intrínsecamente ricos, independientemente de cuánto dinero tengamos, porque la fuente de toda riqueza es el campo de la potencialidad pura, es la conciencia que sabe cómo satisfacer cada necesidad, incluyendo la alegría, el amor, la risa, la paz, la armonía y el conocimiento.
Si vamos en pos de estas cosas primero, no solamente para nosotros mismos, sino para los demás, todo lo demás nos llegará espontáneamente.
* Este es un extracto del libro: Las siete Leyes Espirituales del Éxito. Deepak Chopra 
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CÓMO APLICAR LA LEY DEL DAR
Pondré a funcionar la ley del dar comprometiéndome a hacer lo siguiente:
 1. Cada vez que visite a alguien llevaré un regalo. No necesita ser algo costoso, puede ser algo que tenga en mi casa, una flor, una nota que exprese algo sobre mis sentimientos hacia la persona a quien visito, un elogio o una oración. Pero nunca dejaré de llevar algo.
 2. Cuando me encuentre con alguien o intercambie palabras con algún desconocido, en silencio desearé que su vida se llene de bendiciones, de alegría, de felicidad y de bienestar. De esta forma iniciare el proceso de poner en circulación la alegría, la riqueza y la prosperidad en mi vida y en la de los demás.
 3. Recibiré con gratitud todos los regalos que la vida me dé: la luz del sol, el canto de los pájaros, la lluvia en invierno y las flores en primavera.
 4. Tendré una actitud abierta para recibir de los demás, ya sea un regalo material, dinero, un elogio. Lo recibiré con alegría y gratitud, recordando que tanto el dar como el recibir son parte del flujo de energía que mantiene la riqueza y la afluencia circulando permanentemente.
 5. Me comprometeré a mantener en circulación la abundancia dando y recibiendo los dones más preciados de la vida: cariño, afecto, aprecio y amor.

miércoles, 21 de mayo de 2014

Ley de la Potencialidad Pura- Leyes Espirituales Deepak Chopra



Esta ley nos dice que en nuestra esencia espiritual somos conciencia pura. La conciencia pura es el campo de todas las posibilidades, de la creatividad infinita, es el hogar de la intuición, del equilibrio perfecto, la invencibilidad, la simplicidad y la felicidad pura e infinita.
Cuando descubres tu naturaleza esencial y sabes quién eres realmente, descubres también que tienes la habilidad de convertir en realidad todos tus sueños. Pero para ello es necesario estar en contacto con tu propio yo, con quien eres en realidad.
Estar en contacto con tu Yo, significa estar en una constante auto-referencia, es decir que tu punto interno de referencia sea tu propio espíritu y no los objetos de tu experiencia, no las cosas que están fuera de tu Yo; entre ellas están las situaciones en las que te involucras, las  circunstancias, las personas y las cosas que te rodean.
Cuando vives según la referencia al objeto, buscas constantemente la aprobación de los demás, sientes una necesidad de controlarlo todo, de tener poder externo, tus pensamientos y comportamientos esperan constantemente una respuesta y tu vida, por tanto, se basa en el temor.  Cuando vives según la referencia al objeto, el punto de referencia interno es el ego. El ego no es lo que realmente somos, es solo nuestra autoimagen, nuestra máscara social; es el papel que estamos desempeñando y a esa máscara social es a quien le gusta la aprobación y que quiere controlarlo todo.
Nuestro verdadero yo, que es nuestro espíritu, nuestra alma, está completamente libre de esas cosas. Es inmune a la crítica, no le teme a ningún desafío y no se siente inferior a nadie. Y, sin embargo, es humilde no se siente superior a nadie, porque es consciente de que todos los demás son el mismo yo, el mismo espíritu con distintos disfraces.
Ésa es la diferencia esencial entre la referencia al objeto y la auto-referencia. En la auto-referencia, experimentamos nuestro verdadero ser. Por tanto, el poder del yo es el verdadero poder.   El poder basado en la referencia al objeto, en cambio, es falso. Siendo un poder que se basa en el ego, existe únicamente mientras exista el objeto de referencia. Si uno tiene cierto título – si es el presidente del país o el presidente de la junta directiva de una corporación – o si tiene muchísimo dinero, el poder de que disfruta está ligado al título, al cargo o al dinero. El poder basado en el ego dura solamente lo que duran esas cosas.  Apenas desaparezcan el título, el cargo y el dinero, desaparecerá el poder.
Por otra parte, el poder del yo es permanente porque se basa en el conocimiento del yo, y este poder tiene ciertas características: Atrae la gente hacia nosotros y también atrae las cosas que deseamos. Él magnetiza a las personas, las situaciones y las circunstancias en apoyo de nuestros deseos. Esto es lo que se conoce también como apoyo de las leyes de la naturaleza. Es el apoyo de la divinidad; es el apoyo que se deriva de estar en un estado de gracia. Este poder es tal que disfrutamos de un vínculo con la gente y la gente disfruta de un vínculo con nosotros. Es el poder de establecer lazos que emanan del verdadero amor.
Para entrar en contacto con nuestro Yo y disfrutar de los beneficios del campo de la potencialidad pura, debemos practicar el silencio, la meditación y hábito de no juzgar.
Practicar el silencio significa comprometernos a destinar cierta cantidad de tiempo sencillamente a ser. Tener la experiencia del silencio significa renunciar periódicamente a la actividad de hablar. También significa renunciar periódicamente a actividades tales como ver televisión, escuchar radio, o leer.
Al experimentar el silencio, el diálogo interno comienza a callar y al poco tiempo, el silencio se vuelve profundo. Luego, cuando  calla el diálogo interior, empezamos a experimentar la quietud del campo de la potencialidad pura.
Otra manera es dedicar un tiempo todos los días a la meditación. Lo ideal es meditar por lo menos durante treinta minutos por la mañana y treinta minutos por la noche. Por medio de la meditación aprenderemos a experimentar el campo del silencio puro y la conciencia pura. En ese campo del silencio puro está el campo de la correlación infinita, el campo del poder organizador infinito, el terreno último de la creación donde todo está conectado inseparablemente con todo lo demás.
La quietud es el primer requisito para manifestar nuestros deseos, porque en la quietud reside nuestra conexión con el campo de la potencialidad pura, el cual puede organizar una infinidad de detalles para nosotros.
Imaginemos que lanzamos una piedra pequeña en un pozo de agua y observamos las ondas que se forman. Al rato, cuando las ondas desaparezcan y el agua quede quieta, quizás lancemos otra piedra. Eso es exactamente lo que hacemos cuando entramos en el campo del silencio puro e introducimos nuestra intención.
En ese silencio, hasta la menor intención avanzará formando ondas por el terreno subyacente de la conciencia universal, el cual conecta todo con todo lo demás. Pero si no experimentamos la quietud de la conciencia, si nuestra mente es como un océano turbulento, podríamos lanzar en él todo el edificio Empire State sin ver efecto alguno. La Biblia dice: “Calla, y sabrás que soy Dios”. Esto es algo que sólo se puede lograr a través de la meditación.
Otra manera de entrar en el campo de la potencialidad pura es por medio de la práctica del hábito de no juzgar. Juzgar es evaluar constantemente las cosas para clasificarlas como correctas o incorrectas, buenas o malas.
Cuando estamos constantemente evaluando, clasificando, rotulando y analizando, creamos mucha turbulencia en nuestro diálogo interno. Esa turbulencia frena la energía que fluye entre nosotros y el campo de la potencialidad pura. Literalmente, comprimimos el espacio entre un pensamiento y otro. Ese espacio es nuestra conexión con el campo de la potencialidad pura. Es el estado de conciencia pura, el espacio silencioso entre los pensamientos, la quietud interior que nos conecta con el poder verdadero. Y cuando comprimimos el espacio, reducimos nuestra conexión con el campo de la potencialidad pura y la creatividad infinita.
El hábito de no juzgar crea silencio en la mente. Por tanto, es buena idea comenzar el día con la siguiente afirmación “Hoy no juzgaré nada de lo que suceda”. Y durante todo el día, recordémosla cada vez que nos sorprendamos juzgando.
Por medio del silencio, de la meditación y del hábito de no juzgar, tendremos acceso a la ley de la potencialidad pura. Una vez que logremos este acceso, podremos agregar un cuarto componente a esta práctica: pasar regularmente un tiempo en contacto directo con la naturaleza. Pasar un tiempo con la naturaleza nos permitirá sentir la interacción armoniosa de todos los elementos y las fuerzas de la vida, y experimentar un sentimiento de unidad con todas las cosas de la vida. Trátese de un arroyo, un bosque, una montaña, un lago o del mar, esa conexión con la inteligencia de la naturaleza también nos ayudará a lograr el acceso al campo de la potencialidad pura.
Debemos aprender a ponernos en contacto con la esencia más íntima de nuestro ser. A medida que logremos más y más acceso a nuestra verdadera naturaleza, iremos teniendo espontáneamente pensamientos creativos, porque el campo de la potencialidad pura es también el de la creatividad infinita y el del conocimiento puro.
La abundancia del universo – la espléndida exhibición y riqueza del universo – es una expresión de la mente creativa de la naturaleza. Cuanto más sintonizados estemos con la mente de la naturaleza, mayor acceso tendremos a su creatividad infinita e ilimitada.
Pero primero debemos dejar atrás la turbulencia de nuestro diálogo interno, a fin de poder conectarnos con esa mente rica, abundante, infinita y creativa. Y entonces crearemos la posibilidad de una actividad dinámica, pero manteniendo al mismo tiempo la quietud de la mente eterna, ilimitada y creativa. Esta exquisita combinación de la mente silenciosa, ilimitada e infinita con la mente dinámica, limitada e individual, es el equilibrio perfecto de la quietud y el movimiento simultáneos, el cual puede crear cualquier cosa que deseemos. Esta coexistencia de los contrarios – quietud y dinamismo al mismo tiempo – nos independiza de las situaciones, las circunstancias, las personas y las cosas que nos rodean.
La quietud en sí constituye la potencia para crear; el movimiento en sí es la creatividad reducida a un determinado aspecto de su expresión. Pero la combinación de quietud y movimiento nos permite dar rienda suelta a la creatividad en todas las direcciones – a donde quiera que el poder de nuestra atención nos lleve.
A donde quiera que vayamos en medio del movimiento y la actividad, llevemos con nosotros la quietud. De esa manera, el movimiento caótico que nos rodea jamás nos ocultará la puerta de acceso al manantial de creatividad, al campo de la potencialidad pura.
CÓMO APLICAR LA LEY DE LA POTENCIALIDAD PURA
Pondré a funcionar la ley de la potencialidad pura comprometiéndome a hacer lo siguiente:
1. Me pondré en contacto con el campo de la potencialidad pura destinando tiempo todos los días a estar en silencio, limitándome sólo a ser. También me sentaré solo a meditar en silencio por lo menos dos veces al día, aproximadamente durante treinta minutos por la mañana y treinta por la noche.
2. Destinaré tiempo todos los días a estar en comunión con la naturaleza y ser testigo silencioso de la inteligencia que reside en cada cosa viviente. Me sentaré en silencio a observar una puesta del sol, o a escuchar el ruido del océano o de un río, o sencillamente a oler el aroma de una flor. En el éxtasis de mi propio silencio, y estando en comunión con la naturaleza, disfrutaré el palpitar milenario de la vida, el campo de la potencialidad pura y la creatividad infinita.
3. Practicaré el hábito de no juzgar. Comenzaré cada día diciéndome: “Hoy no juzgaré nada de lo que suceda”, y continuare repitiéndolo  durante todo el día.  Si nos parece muy difícil practicar este procedimiento durante todo el día, entonces sencillamente digámonos: “No juzgaré nada durante las próximas dos horas” o “Durante la próxima hora, pondré en práctica el hábito de no formar juicios”. Después podremos ampliar gradualmente el tiempo.
* Este es un extracto del libro: Las siete Leyes Espirituales del Éxito. Deepak Chopra