TRADUCCION

viernes, 30 de enero de 2015

El Principio de Causa y Efecto - El Kybalion




El principio subyacente de causa y efecto ha sido aceptado como correcto por prácticamente todos los pensadores del mundo dignos de tal nombre. Pensar de otro modo sería arrebatar los fenómenos del universo del dominio de la ley y el orden, y relegarlos al control del algo imaginario al que los hombres han llamado «casualidad».

Un cuidadoso examen mostrará que lo que llamamos «casualidad» es meramente una expresión que se relaciona a causas que no podemos percibir; causas que no podemos entender. La palabra casualidad se deriva de una palabra que significa «caer» (como la caída de los dados), siendo la idea que la caída del dado (y muchos otros acontecimientos) son meramente un "acontecimiento no relacionado a causa alguna". Y éste es el sentido en el que el término se emplea generalmente. Pero cuando la cuestión se examina de cerca, se ve que no hay ninguna casualidad en la caída del dado. Cada vez que cae un dado, y muestra un cierto número, obedece a una ley tan infalible como la que gobierna la revolución de los planetas alrededor del sol. Detrás de la caída del dado hay causas, o cadenas de causas, que corren hacia atrás más lejos de lo que la mente puede seguirlas. La posición del dado en la caja, la cantidad de energía muscular gastada en el lanzamiento, la condición de la mesa, etc., son todas causas cuyo efecto puede verse. Pero detrás de estas causas vistas hay cadenas de causas invisibles precedentes, todas las cuales tienen una incidencia sobre el número del dado que cae hacia arriba.

Si se lanzase un dado un gran número de veces, se encontraría que los números mostrados serían aproximadamente iguales, esto es, que habría un número igual de un punto, dos puntos, etc., viniendo a la parte de arriba. Si arrojas una moneda al aire, y puede caer en «cara» o «cruz»; pero si haces un número suficiente de lanzamientos, las caras y las cruces se nivelarán aproximadamente. Ésta es la operación de la ley de promedio (llamada también "Ley de los grandes números"). Pero tanto el promedio como el lanzamiento sencillo quedan bajo la ley de causa y efecto, y si fuéramos capaces de examinar las causas precedentes, se vería claramente que era simplemente imposible que el dado cayera de otro modo al que lo hizo, bajo las mismas circunstancias y en el mismo momento. Dadas las mismas causas, seguirán los mismos resultados. Hay siempre una «causa» y un «porqué» para todo evento. Nada sucede nunca sin una causa, o más bien sin una cadena de causas.

Alguna confusión ha surgido en las mentes de personas que consideraban este principio a partir del hecho de que eran incapaces de explicar cómo una cosa podría causar otra cosa, esto es, ser la «creadora» de la segunda cosa. Como una cuestión de hecho, ninguna «cosa» causa o «crea» nunca otra «cosa». Causa y efecto tratan solamente de los «eventos». Un «evento» es «lo que viene, llega o sucede, como resultado o consecuencia de algún evento precedente». Hay una continuidad entre todos los eventos precedentes, consecuentes y subsiguientes. Hay una relación existente entre todo lo que ha pasado antes y todo lo que sigue. Una piedra se desprende de la ladera de una montaña y aplasta el techo de una cabaña en el valle de abajo. A primera vista consideramos esto como un efecto del azar, pero cuando examinamos la cuestión encontramos una gran cadena de causas detrás de ello. En primer lugar estaba la lluvia que ablandó la tierra que soportaba la piedra y que le permitió caer; entonces detrás de eso estaba la influencia del sol, otras lluvias, etc., que desintegraron gradualmente el pedazo de roca a partir de un pedazo más grande; estaban además las causas que condujeron a la formación de la montaña, y su trastorno por convulsiones de la naturaleza, y así sucesivamente ad infinitum. Así, podríamos seguir las, causas detrás de la lluvia, etc. Entonces podríamos considerar la existencia del techo. En breve, nos encontraríamos envueltos en una malla de causa y efecto, de la que pronto nos esforzaríamos por desenredarnos. Igual que un hombre tiene dos padres, y cuatro abuelos, y ocho bisabuelos, y dieciséis tatarabuelos, y así sucesivamente hasta que se calculan digamos cuarenta generaciones, el número de ancestros corren a muchos millones.
  
Detente a pensar un momento. Si un cierto hombre no hubiera conocido a una cierta doncella, en el oscuro período de la Edad de Piedra, los que están leyendo ahora estas líneas no estarían ahora aquí. Y si, quizá, la misma pareja hubiera dejado de encontrarse, nosotros los que ahora escribimos estas líneas no estaríamos ahora aquí. Y el acto mismo de escribir, por nuestra parte, y el acto de leer, por la tuya, afectará no sólo tu vida y la de nosotros, sino que tendrán también un efecto, directo o indirecto, sobre muchas otras personas que viven ahora y que vivirán en los tiempos venideros. Todo pensamiento que pensamos, todo acto que ejecutamos tiene sus resultados directos o indirectos que se ajustan en la gran cadena de causa y efecto.

No deseamos entrar en una consideración del libre albedrío, o el determinismo, por diversas razones. Entre éstas la principal es que ningún lado de la controversia es enteramente correcto; de hecho, ambos lados son parcialmente correctos, de acuerdo con las enseñanzas herméticas. El principio de polaridad muestra que ambas son medias-verdades -los polos opuestos de la verdad-. Las enseñanzas son que un hombre puede ser libre y sin embargo estar ligado por la necesidad, dependiendo del significado de los términos y la altura de verdad desde la que se examina la cuestión. Los antiguos escritores expresan así la cuestión: «Cuanto más lejos está la creación del centro, más atada está; cuanto más cerca del centro se llega, más cerca de ser libre está».

La mayoría de la gente es más o menos esclava de la herencia, el entorno, etc., y manifiesta muy poca libertad. Ellos son arrastrados por las opiniones, costumbres y pensamientos del mundo externo, y también por sus emociones, sentimientos, humores, etc. No manifiestan ninguna maestría digna del nombre. Ellos repudian indignados este aserto, diciendo: «Bueno, ciertamente soy libre de actuar y hacer como me place; hago justo lo que quiero hacer», pero dejan de explicar de dónde surge el «quiero» y el «me place». ¿Qué les hace «querer» hacer una cosa en preferencia a otra; qué hace que les «plazca» hacer esto y no hacer aquello? ¿No hay un «porqué» a su «placer» y «querer»? El maestro puede cambiar estos «placeres» y «querencias» en otros en el extremo opuesto del polo mental. Él es capaz de «querer querer», en vez de querer porque algún sentimiento, humor, emoción o sugestión ambiental hace surgir una tendencia o deseo dentro de él a hacerlo así.

La mayoría de las personas son arrastradas como la piedra que cae, obedientes al entorno, las influencias externas y los humores internos, deseos, etc., por no hablar de los deseos y voluntades de otros más fuertes que ellos mismos, herencia, ambiente y sugestión, que les arrastran sin resistencia de su parte y sin el ejercicio de su voluntad. Movidos como peones sobre el tablero de ajedrez de la vida, juegan sus papeles y son dejados a un lado después de que el juego ha concluido.

Pero los maestros, conociendo las reglas del juego, se elevan por encima del plano de la vida material, y situándose en contacto con los poderes superiores de su naturaleza, dominan sus propios humores, caracteres, cualidades y polaridad, así como el ambiente que les rodea, y así se convierten en jugadores en el juego, en vez de peones -causas en vez de efectos-. Los maestros no escapan a la causación de los planos superiores, sino que se ajustan a las leyes superiores, y dominan así las circunstancias en el plano inferior. Forman así una parte consciente de la ley, en vez de ser meros instrumentos ciegos. Mientras que sirven en los planos superiores, rigen en el plano material. 
Pero, en el superior y en el inferior, la ley está siempre en operación. No hay cosas tales como la casualidad. La diosa ciega ha sido abolida por la razón. Somos capaces de ver ahora, con ojos aclarados por el conocimiento, que todo está gobernado por la ley universal -que el número infinito de leyes no son sino manifestaciones de la única gran ley-, la LEY que es EL TODO. Es cierto en verdad que ni un gorrión cae sin advertirlo la mente del TODO -que incluso los cabellos en nuestra cabeza están numerados- como lo han dicho las Escrituras. No hay nada fuera de la ley; nada que suceda contrario a ella. Y sin embargo, no cometas el error de suponer que el hombre no es sino un autómata ciego -lejos de ello-.

Extraído del Libro - El Kybalion 
Los Siete Principios del Hermetismo. 


jueves, 29 de enero de 2015

Estar Presente



A Buda le preguntaron sus monjes acerca de lo que debían hacer para alcanzar la perfección, Buda contestó: -  “El monje, al andar, se entrega totalmente al andar; al estar de pie, se entrega a estar de pie; al estar sentado, se entrega a estar sentado; y al estar acostado, se entrega a estar acostado. Al mirar se dedica a mirar; al extender el brazo, a extender el brazo; al vestirse, a vestirse; y lo mismo al comer, beber, masticar o gustar o cualquier  otra acción, se dedica y entrega con perfecta comprensión a lo que se hace”.  Parece un programa fácil. Come cuando comas y anda cuando andes.

¿No es eso lo que todos hacemos? No del todo. De hecho, no lo hacemos nunca. Lo que hacemos es lo contrario: hablamos mientras comemos, pensamos mientras andamos y volvemos a pensar en otra cosa mientras estábamos pensando en la primera. Somos expertos en mezclarlo todo, nos interrumpimos a nosotros mismos y mantenemos nuestra mente lo más lejos posible de lo que hacen nuestras manos y nuestros pies.  Nos especializamos en estar donde no estamos, en hacer con la imaginación algo enteramente distinto de lo que estamos haciendo con las manos.

"Age quod agis" (haz lo que haces), es decir, haz con toda tu alma, tu cuerpo y todo tu ser aquello que estás haciendo en este momento, sin distraerte y sin ponerte a soñar despierto. Bien sencillo y bien difícil. 

miércoles, 28 de enero de 2015

Mantén los Ojos Abiertos


"El Monje Zuigan solía empezar cada día diciéndose a sí mismo en voz alta: Maestro, ¿estás ahí?
Y se contestaba: -Sí, señor; aquí estoy.
Y entonces decía: -¡Mantén los ojos abiertos!
A lo que se replicaba: -Sí, señor; lo haré.

Luego seguía: -Ahora, presta atención al exterior y no dejes que te engañen.
Y se contestaba: -¡Oh! ¡No, señor! No lo haré, no lo haré.

La meditación no puede ser parcial; debería ser un esfuerzo continuo. A cada momento has de estar alerta, ser consciente, meditativo. Pero la mente utiliza un truco: meditas por la mañana y luego te olvidas; o rezas en el templo y luego te olvidas. Entonces regresas al mundo completamente inconsciente, sin meditación alguna, como si fueras un sonámbulo. Este esfuerzo fragmentado no vale mucho. ¿Cómo puedes meditar durante una hora si has estado en un estado no meditativo durante las otras veintitres horas del día? Es imposible. Es imposible volverte, de súbito, meditativo durante una hora. Simplemente te engañas a ti mismo.

La conciencia es un continuo, es como un río fluyendo constantemente. Si eres meditativo durante todo el día, a cada instante… solamente cuando seas meditativo durante todo el día, podrás florecer. Lo primero es eso.

Esta anécdota zen parece absurda pero está preñada de significado. El maestro, el monje, solía preguntarse a sí mismo invocando su propio nombre. Eso es lo que significa "meditación": llamarte a ti mismo. Decía: "¿Estás ahí?" y se replicaba a sí mismo: "Estoy aquí". Eso es un esfuerzo, un esfuerzo cumbre, por mantenerte alerta. Puedes utilizarlo, te será de gran ayuda. De repente, caminando por la calle, puedes llamarte por tu propio nombre: "¿Estás ahí?" De repente, dejas de pensar y has de contestar: "Sí, estoy aquí". Eso te centra. Cuando el pensar se detiene, estás en meditación, alerta.

Este llamarse a uno mismo es una técnica. Al irte a dormir, al apagar la luz por la noche, pregúntate de improviso a ti mismo: "¿Estás ahí?". Y en esa oscuridad, al aparecer la atención, te conviertes en una llama y desde dentro contestas: "Sí, estoy aquí".

Y luego este monje solía decir: "¡Mantén los ojos abiertos!". Sé sincero, sé auténtico, no juegues ese juego. Él solía decirse a sí mismo: "¡Mantén los ojos abiertos!" y se replicaba: "Sí, me esforzaré todo lo que pueda".

Toda nuestra vida es un perder el tiempo. Y lo puedes hacer porque no eres consciente de cómo desperdicias tu tiempo, de cómo desperdicias tu energía. No eres consciente de cómo desperdicias la vida. Está yéndose por el desagüe. Todo se va por el desagüe. Únicamente cuando la muerte se presenta, te vuelves consciente, alerta. ¿Qué has estado haciendo hasta ahora? ¿Qué he hecho con mi vida? He perdido una gran oportunidad. ¿Qué hacía por ahí perdiendo el tiempo? No estaba en mis cabales. Nunca me paré a reflexionar sobre lo que estaba haciendo.

La vida no está sólo para deambular por ella; está para que alcances un cierto punto en tu profundo interior. La vida no se encuentra en la superficie, en la circunferencia; está en el centro. Y aún no has alcanzado ese centro. ¡Mantén los ojos abiertos! ¡Ya has desperdiciado suficiente tiempo! Mantente atento y date cuenta de lo que estás haciendo. Y, ¿qué estás haciendo? ¿Buscas ganar dinero? Al final, en último término no sirve de nada. Es otro juego, el juego del dinero. Tienes más que los demás; te sientes bien. Los demás tienen más que tú; te sientes mal. Es un juego. Pero, ¿qué significado tiene? ¿Qué ganas jugando? Aunque tuvieras todo el dinero del mundo, en el momento de tu muerte morirás como un mendigo. De modo que todo el dinero del mundo no puede hacerte rico. Los juegos no pueden hacerte rico. ¡Abre los ojos!

Unos buscan poder, prestigio; otros buscan sexo; otros buscan otras cosas. Todo es un juego. A menos que contactes con el centro de tu ser, todo es un juego. Superficialmente sólo existen juegos; en la superficie solamente hay olas y en esas olas tan sólo sufrirás e irás a la deriva. No podrás anclarte en tu yo. Por eso él tenía que decir: "¡Mantén los ojos abiertos!". Estaba diciendo: "No juegues juegos. Ya es suficiente, ya has jugado suficiente. Deja de hacer el tonto. Utiliza la vida para anclarte, utiliza la vida para enraizarte, utiliza la vida como una oportunidad para alcanzar a Dios. Estás sentado fuera del templo, sentado en los escalones, jugando, y lo supremo está aguardándote justo detrás de ti. Llama y las puertas se te abrirán…". Pero no tienes tiempo si no es para jugar.

"¡Mantén los ojos abiertos!", significa: recuerda lo que estás haciendo y por qué lo estás haciendo. Aunque triunfes ¿qué es lo que alcanzarás? Ésta es la palabra: siempre que un hombre triunfa en esos estúpidos juegos, se da cuenta por primera vez de que todos ellos han sido un sinsentido. Solamente aquellos que nunca tienen éxito continúan jugando el juego. Aquellos que triunfan, de súbito se vuelven conscientes de que no han obtenido nada. Pregunta a un Alejandro, pregunta a un Napoleón, qué han alcanzado.
Se dice de Alejandro que antes de morir les dijo a sus hombres: -Cuando paseéis mi cadáver por las calles dejad que mis dos manos se vean colgando. No las cubráis.
Eso era algo extraño, nadie era llevado de esa forma. La gente de su corte no pudo comprenderle y por eso le preguntó: -¿Qué quieres decir? Eso no es lo acostumbrado. Se suele tapar todo el cuerpo… ¿Por qué quieres que tus dos manos sobresalgan?
 Alejandro les replicó: -Quiero que se sepa que he muerto con las manos vacías. Todo el mundo ha de verlo; nadie debería tratar de ser otro Alejandro. He ganado mucho y no obstante no he ganado nada. Mi reino es grande, pero todavía soy pobre".

Por: Osho

El León que se Creía Oveja


La ancestral parábola de Oriente habla de una leona que estaba saltando de una colina a otra colina y justo a la mitad dio a luz a un cachorro. El cachorro cayó en el camino por el cual pasaba un gran rebaño de ovejas.
Naturalmente él se mezcló con las ovejas, vivía con las ovejas, se comportaba como una oveja. No tenía idea, ni siquiera en sus sueños, de que él es un león. ¿Cómo podía tenerla? Todo a su alrededor eran ovejas y más ovejas. Nunca había rugido como un león; una oveja no ruge. Nunca había estado solo como un león; una oveja nunca está sola. Está siempre en el rebaño; el rebaño es acogedor, seguro, confiable. Si ves ovejas caminando, caminan tan juntas que casi se están tropezando unas con otras. Tienen mucho miedo de estar solas.
Pero el león empezó a crecer. Era un fenómeno extraño. Estaba mentalmente identificado con ser una oveja, pero la biología no funciona de acuerdo a tu identificación; la naturaleza no va a seguirte.
Se convirtió en un león joven y hermoso, pero como las cosas sucedieron tan lentamente las ovejas también se acostumbraron al león mientras que el león se fue acostumbrando a las ovejas.
Las ovejas pensaban que estaba un poco loco, naturalmente. Él no se está comportando — está un poco loco — y continúa creciendo. No tendría que ser así. Y pretende ser un león… pero él no es un león. Lo han visto desde su mismo nacimiento, ellas lo han criado, le han dado su leche. Y él no era vegetariano por naturaleza. Ningún león es vegetariano, pero este león era vegetariano porque las ovejas son vegetarianas. Él acostumbraba comer hierba con gran alegría.
Ellas aceptaron esta pequeña diferencia, que era algo grande y parecía un león. Una oveja muy sabia dijo:“Es solamente un fenómeno de la naturaleza. Sucede de vez en cuando”. Y él mismo aceptaba también que esto era cierto.
Su color era diferente, su cuerpo era diferente; él debía ser un fenómeno, anormal. ¡Pero la idea de que él sea un león era imposible! Estaba rodeado por todas esas ovejas, y los psicoanalistas de las ovejas le dieron explicaciones: “Tú eres sólo un fenómeno de la naturaleza. No te preocupes. Estamos aquí para cuidarte”.
Pero un día un viejo león pasó y vio a este león joven muy por encima de las ovejas. ¡No podía creer lo que veía! Nunca había visto cosa tal ni había nunca escuchado en la historia de todo el pasado, que un león estuviera en medio de un rebaño de ovejas y ninguna oveja estuviera asustada. Y el león estaba caminando exactamente como las ovejas, pastando en la hierba.
El viejo león no podía creer lo que veía. Se olvidó que iba a atrapar una oveja para su desayuno. Se olvidó totalmente del desayuno. Era algo tan extraño que intentó atrapar al león joven. Pero él era viejo, y el león joven era joven; él se escapó. Aunque creía que era una oveja, cuando había peligro la identificación quedaba olvidada. Corrió como un león, y el viejo león tenía gran dificultad para atraparlo. Pero finalmente el viejo león consiguió asirlo y él gritaba y lloraba y decía, “Sólo perdóname, soy una pobre oveja”. El viejo león dijo, “¡Eres un idiota! Simplemente deténte y ven conmigo al estanque”.
Justo en la cercanía había un estanque. Llevó al león joven allí. El león joven no iba voluntariamente. Fue con renuencia; ¿pero qué puedes hacer contra un león si eres sólo una oveja? Puede matarte si no lo sigues, así que fue con él.
El estanque estaba silencioso, sin ondas, casi como un espejo. Y el viejo león le dijo al león joven, “Sólo mira. Mira mi rostro y mira tu rostro. Mira mi cuerpo y mira tu cuerpo en el agua”.
¡En un segundo vino un gran rugido! Todas las colinas le hicieron eco. Las ovejas desaparecieron; era un ser totalmente diferente: se reconoció. La identificación con las ovejas no era una realidad, era sólo un concepto mental. Ahora él había visto la realidad. Y el viejo león dijo, “Ahora no tengo que decir nada. Tú has entendido”.
El león joven podía sentir una extraña energía que nunca había sentido… como si hubiera estado latente. Podía sentir un enorme poder, y él siempre había sido una oveja débil, humilde. Toda esa humildad, toda esa debilidad, simplemente se evaporó.
Ésta es una parábola ancestral sobre el maestro y el discípulo. La función del maestro es solamente hacer que el discípulo vea quién es él y que lo que él continúa creyendo no es verdad, su identificación con lo que cree ser no es la realidad.
OSHO

martes, 27 de enero de 2015

El Ego - Gran Sirviente, Mal Maestro


El ego es nuestro sentido del yo. Es la parte de nuestra mente que sabe que somos Dore o Susan o Alanna.  Su trabajo principal es Jefe de Seguridad, encargado de supervisar la auto protección física. No podríamos vivir sin nuestro ego, es el que nos dice: "ten cuidado" cuando estamos en peligro, o "sí, ve por ello" cuando tenemos una oportunidad. El Ego impulsa el instinto de  "lucha o huida" y, a menudo salva nuestras vidas.

Nuestro ego es lo que nos impulsa a tener éxito, nos envía a un lado más profundo de la compasión cuando nos quedamos cortos; puede hacernos celosos o antipáticos, pero también nos impulsa a la filantropía. Nuestro ego es lo que nos define. Es lo que sabemos conscientemente de nosotros. Es la parte de nuestra mente que muere cuando nuestro cuerpo lo hace. El problema de ego es que no podemos vivir sin él, pero a menudo nos parece que ¡no podemos vivir con él!

El ego es la raíz de la mayoría de las discusiones porque el Sr. o Sra Ego siempre tienen que estar en lo cierto. El ego es la causa de la mayoría de los comportamientos autodestructivos y sentimientos de rebelión. Pero él o ella también es quien nos da una patada en el trasero y dice: "¡Hey, tu puedes hacer esto!" El Ego es también lo que nos hace ser lo mejor que podemos ser y procurar obtener un nivel de verdadera excelencia. Los más grandes artistas en cualquier campo son casi siempre personas de Egos muy fuertes, o no serían impulsados a pasar su vida en la búsqueda de ser el número 1.

Yo soy un pastor - Yo pastoreo las necesidades de mis feligreses, y sé que se supone que los ministros deben ser humildes y mansos de acuerdo a la sabiduría común. La humildad ante la majestad del Universo y el funcionamiento de su Ley es una gran cosa. La humildad ante la maravilla de la obra de Dios es la marca de un alma despierta, pero la humildad artificiosa que vemos a menudo es sobre las personas que deben ser humildes.

Quien es el mejor en lo que hace va a tener un ego fuerte y eso incluye a los grandes ministros y pastores de esta nación y el mundo. Un gran maestro debe tener una muy buena opinión de él o ella misma o no podría llegar hasta allí día tras día y ponerse en una actuación transformadora. Un gran atleta debe esforzarse por ser el mejor cada día o será retirado a la oscuridad pronto. Un músico de clase mundial gasta el 80% de su vida laboral la práctica con el fin de dar la mejor actuación en el otro 20% de su tiempo. Para vivir así lleva en coche, el orgullo y cantidades casi compulsivos de Ego.

Sin embargo, si haces que tu Ego sea tu maestro en lugar de tu sirviente;  vas a tener una muy mala caída. El Ego es ciego a la verdadera realidad, porque todo lo que sabe es lo que tiene a través de nuestros insignificantes 5 sentidos.  Se pierde de lo que es más valioso en el mundo. El Ego está loco porque cree que es lo que hay - que es tu propio Dios personal.

Un ser ciego y loco no es la mejor opción para el Director General de tu vida. Creo que el 50% de los divorcios en los primeros matrimonios es principalmente debido a que se casan con el Ego y el Id al mando. El Id es donde la codicia vive en nuestra psique y el Ego y el Id son socios cercanos. El Id tiene todo el entusiasmo con la señorita o Sr. Maravilla, envía mensajes urgentes al Ego diciendo: "Tengo que tener esto, consíguelo para mí ahora". El ego es el fijador, el arreglista en nuestro mundo mental por lo que dice, "Sí, él o ella está bien – es el correcto para ti" y el resto es historia. El Super-Ego, tu mejor Tu no tiene oportunidad contra este par.

Aquí está la receta de Rev Dore para saber cómo manejar tu Ego. Tratar Sr. o Sra Ego como un Doberman o Rottweiler muy amado. Aliméntalo a menudo, cuídalo, amalo y luego encadénalo cuando no lo necesites. Nunca lo pongas a cargo; desastres siguen siempre que dirige el Ego pero cuando el  Ego sirve las cosas vuelven a la armonía y el éxito sigue.

¿Es el Ego es algo malo? No, el Ego como todas las cosas fue diseñado y construido por Dios para un conjunto específico de tareas. Cuando decidimos poner al Ego en un papel para el cual no ha sido creado, entonces arruinamos  definitivamente el Sistema Divino y problemas vienen en camino. El Ego nunca fue considerado para dirigir nuestras vidas, sólo para motivarnos y conservarnos. Hacer el Ego el Director General de tu vida es un poco como poner de Presidente al vigilante nocturno.

El verdadero Director General de tu vida es Dios trabajando a través de tu Ser Superior, el Super Ego, en el mundo de Freud. Que es donde tus valores más altos, tu conciencia, el mejor “Tu” vive y ese es tu  Director General, porque ese es ¡Dios dentro de ti!
Recuerda esto y vas a estar bien.

Publicado por  Rev Dore' Patlian 
Titulo Original " The Ego – Great Servant, Bad Master! "  

Traducido por Marcela Allen 



lunes, 26 de enero de 2015

Elimina el Rencor



Ahora pasaremos a tratar sobre el enemigo Número Uno de toda la humanidad: El resentimiento y el rencor, por no decir el odio.  Casi no hay seres humanos que estén exentos de resentimientos, sin saber que esto amarga la vida entera, influencia en mal toda manifestación y es causa de todas las decepciones que sufrimos, aun cuando se aprende a "negar y afirmar", a "conocer la Verdad", a vigilar y corregir los pensamientos y las palabras. Un solo resentimiento, un rencor grabado en el subconsciente y en el alma actúan como una fuentecita de hiel emanando su gota de amargura, tiñéndolo todo y contrariando sorpresivamente nuestros mayores anhelos. Nada, ni la demostración más perfecta puede perdurar mientras exista aquel foco infeccioso malogrando nuestro propio ser. La Biblia, las iglesias, las religiones se cansan de abogar por el perdón y el amor hacia los enemigos; y todo es en vano mientras no enseñen la forma práctica de imponernos el perdón hacia los que nos hieren. Mucho se escucha decir "Yo perdono pero no puedo olvidar". Mentira. Mientras uno recuerde un daño, no lo ha perdonado.

Vamos a dar la fórmula infalible para perdonar y olvidar al mismo tiempo, para nuestra propia conveniencia ya que esto nos establece en el punto central del equilibrio, el de la tolerancia y la buena voluntad y siendo este esfuerzo AMOR. San Juan, el Apóstol de amor dice: "El amor es el cumplimiento de la ley". Cumplir con la ley del amor es cumplir con todas las leyes. Es estar con Dios, en Dios, es ser dichosos, satisfechos y completos en todas nuestras manifestaciones.
Mi maestro decía: El hombre que ama bien es el hombre más poderoso del mundo. Y aquí la receta para bien amar: Cada vez que sientas algo desagradable hacia otro; o bien que te encuentres resintiendo algo que te hayan hecho; o que te reconozcas un franco rencor o un deseo de venganza, ponte deliberadamente a recordar (no es tratar de olvidar lo de ahora), es a recordar todo lo bueno que conoces de aquella otra persona. Trata de revivir los ratos agradables que gozaste en su compañía, en tiempos pasados, anteriormente al momento que te hirió. Insiste en rememorar lo bueno, sus buenas cualidades, la forma en que pensabas de ella.
Si logras reírte de algún chiste que ella dijo o de algo cómico que gozaron juntos, el milagro se ha hecho.

Si no basta con un solo tratamiento, repítelo tantas veces como sea necesario para borrar el rencor o resentimiento. Te conviene hacerlo, "hasta setenta veces siete".
Esto es el cumplimiento de la ley dada por Jesús: "No resistan al mal". Esto es volver la otra mejilla. Es amar a los enemigos, bendecir a los que nos maldicen, hacer bien a los que nos aborrecen y orar por los que nos ultrajan y persiguen, todo sin exponernos a que nos pisoteen.

Extracto del “Librito Azul” por Conny Méndez 

domingo, 25 de enero de 2015

Cambia Tus Palabras - Louise L Hay



Empieza a prestar atención a lo que dices. Si pronuncias palabras negativas o limitadoras, cámbialas. Cuando escucho alguna historia o anécdota negativa, no voy por ahí contándosela a todo el mundo. Creo que ya ha ido demasiado lejos y dejo que se vaya.  En cambio, si escucho una historia positiva la cuento a todo el mundo.

Cuando estés con otras personas, presta atención a lo que dicen y a cómo lo dicen. Trata de relacionar lo que dicen con lo que están experimentando en su vida.
Muchísima gente vive a base de «debería». Cuando escucho la palabra «debería», es como si sonara una campanilla en mi oído. Hay personas a las que se la he escuchado decir, y con frecuencia, más de diez veces en un solo párrafo.
Estas mismas personas no se explican por qué su vida es tan rígida ni por qué no logran cambiar su situación.  Desean controlar cosas que no pueden controlar. Entonces, o bien se culpan a sí mismas o culpan a otra persona. Y después se preguntan por qué no llevan una vida de libertad.

También podemos eliminar la expresión «tengo que» de nuestro vocabulario y de nuestro pensamiento. Cuando lo hagamos, liberaremos todas las presiones que nos autoimponemos.  Nos creamos enormes presiones cuando decimos: «Tengo que ir a trabajar. Tengo que hacer esto. Tengo que... Tengo que...». En su lugar comencemos a decir: «Elijo...». Elijo ir al trabajo porque me da dinero para pagar el alquiler». «Elijo» da una perspectiva totalmente diferente a nuestra vida.
Todo lo que hacemos es por elección, incluso aunque no lo parezca.

Muchas personas usamos también la palabra «pero». Hacemos una afirmación y luego añadimos «pero», lo cual nos orienta en dos direcciones diferentes. Nos enviamos mensajes contradictorios. La próxima vez que hables presta atención al uso que haces de la palabra «pero».

Otra expresión a la que tenemos que prestar atención es «no olvides». Estamos habituados a decir: «No olvides esto o aquello». Y, ¿qué pasa? Que lo olvidamos. Lo que de verdad necesitamos es recordar, no olvidar, de modo que podemos comenzar a emplear la expresión «por favor, recuerda» en lugar de «no olvides».

Cuando te despiertas por la mañana, ¿maldices el hecho de tener que ir a trabajar? ¿Te quejas del tiempo? ¿Te quejas de que te duele la cabeza o la espalda? ¿Qué es lo que piensas o dices en segundo y tercer lugar? ¿Les gritas a tus hijos para que se levanten?
La mayoría de las personas dicen más o menos las mismas cosas cada mañana.
¿Cómo hace que empiece tu día lo que dices? ¿Es un comienzo positivo, alegre y maravilloso? ¿o es malhumorado y crítico? Si te lamentas, gruñes y maldices, esas son las bases que sentarás para ese día.

¿Cuáles son tus últimos pensamientos antes de dormirte? ¿Son potentes pensamientos curativos, o son de inquietud por tu pobreza? Los pensamientos de pobreza no sólo se refieren a la escasez de dinero; son formas negativas de ver cualquier aspecto de tu vida, cualquier cosa que no fluye libremente en tu vida. ¿Te preocupa el mañana? Yo suelo leer algo positivo antes de dormirme. Soy consciente de que mientras duermo hago muchísima limpieza que me prepara para el día siguiente.  Me resulta muy útil traspasar a mis sueños los problemas o interrogantes que tenga. Sé que mis sueños me ayudarán a resolver cualquier cosa que suceda en mi vida.

Un sencillo ejercicio que te sugiero para que te hagas consciente de tus palabras, es colocar una grabadora junto a tu teléfono y grabar la conversación que tenga lugar cada vez que hagas o recibas una llamada.  Cuando la cinta esté llena por ambos lados, escúchala, escucha lo que has dicho y cómo lo has dicho. Lo más probable es que te sorprendas. Escucharás las palabras que empleas y la inflexión de tu voz. Empezarás a tomar conciencia. Si observas que repites algo tres o más veces, anótalo, porque se trata de una clave o pauta. Puede que algunas de tus pautas sean alentadoras, pero también puede haber otras muy negativa.


Extraído del Libro " El Poder esta dentro de ti - Louise L Hay" 


viernes, 23 de enero de 2015

Vaciarse de Si Mismo


Intentar mejorar nuestra vida cambiando a los demás es siempre un camino infructuoso, no hay modo ni motivo para proponernos modificarlos a nuestro antojo.
Lo que sí puedes hacer, dice Chuang Tzú, es comprender las veces que te enfadas contigo mismo porque las cosas no salen como lo planeaste o deseaste y entonces decidirte a “vaciarte”. Si estás vacío, no habrá enfrentamiento entre una parte de ti más exigente y perfeccionista y otra más serena o distraída. Y sin enfadarte contigo surcarás la vida como la superficie de un río plácido, sin que nadie lo note, sin prisas ni metas prefijadas.

Te imagino pensando: “Suena fantástico, pero… ¿de qué se supone que tengo que vaciarme?”.
La propuesta es deshacernos de todo aquello que consideramos que somos, comenzando por nuestro YO más interno y controlador, la parte de nosotros que quiere tener el manejo de nuestra vida, nuestro rumbo y nuestros deseos. Ese juez severo que nos tortura y nos deja en ridículo cuando le apetece. Hablo sencillamente de aquella persona a la que nos referimos cada vez que decimos “Yo”, nuestro Ego.

El Ego (como se suele llamarlo) es una posesión, nuestra identidad, un vínculo con nosotros mismos, una relación anquilosada y condicionante. Deshacernos de las ideas rígidas que tenemos acerca de cómo “somos” es un importantísimo escalón en busca de nuestra esencia, una esencia que se esconde tras capas y capas de personajes, hábitos, creencias y prejuicios.

Todos nacemos necesitados de amor, de atención y de cuidados; todos nos damos cuenta, en los primeros años de vida, de que conseguimos mejores resultados si somos de una determinada manera. Nos miman más y algunas cosas nos resultan más fáciles de conseguir si nos comportamos como a los demás les gusta que lo hagamos.  Con el tiempo, comprobamos que esta verdad se confirma a cada paso, pero también conlleva un problema: las personas que nos premian, no nos quieren a nosotros sino al personaje que hemos creado para ellas quizá antes de conocerlas. 

Esa idea de nosotros con la que vamos de aquí para allá, presentándonos frente a los otros, es básicamente una ilusión construida por cada uno de nosotros con mucha o poca ayuda de nuestro entorno social o familiar, que tan neuróticamente tratamos de complacer. No es fácil darse cuenta y enfrentarse con esta “realidad”, como podrás imaginar, es una vivencia tan perturbadora como transcendente.

Para ser quienes somos el primer desafío es animarse a dejar de lado todos esos roles que hemos ido adoptando a lo largo de nuestra vida, en el plano espiritual, esos roles son como sofisticados ropajes que nos pesan y no nos permiten avanzar.
El segundo desafío es vaciarse totalmente de lo que me impida ser en cada momento una persona libre, absolutamente espontánea y dueña de una conducta no condicionada por la cárcel de sus propias definiciones de sí mismo.

Esto puede sonar al principio un poco extraño. ¿Cómo puedo vaciarme de mi mismo? ¿No es acaso imposible dejar de ser quien uno es? Si me deshago de mi Yo, ¿qué me quedará?

Todas estas preguntas son válidas, pero siempre que no nos hagan perder el rumbo si no nos damos cuenta de que están formuladas desde el mismo Yo que cuestionamos. Esas preguntas las realiza el Ego, es parte de su intento por recuperar un poder (sobre nuestra esencia, sobre lo que realmente somos) que siente que pierde.
Al vaciarnos, lo que verdaderamente somos permanece allí, simplemente me dejo llevar y disfruto plácidamente del viaje.


Autor: Jorge Bucay. “El Camino de la Espiritualidad”.

jueves, 22 de enero de 2015

Los Milagros




Los milagros ocurren todos los días, no sólo en pueblos remotos o en lugares sagrados al otro lado el mundo, sino aquí mismo, en nuestras vidas. Brotan desde su fuente oculta, nos rodean de oportunidades y desaparecen. 
Son las estrellas fugaces de la vida cotidiana. Estas estrellas son tan poco frecuentes que nos parecen mágicas, pero la verdad es que surcan el cielo de manera constante. Sólo que no las notamos durante el día porque estamos deslumbrados por el sol, y en la noche únicamente son visibles si volteamos hacia el lugar correcto, en un cielo oscuro y despejado.


-          Deepack Chopra - Sincrodestino

miércoles, 21 de enero de 2015

Las Tormentas son Necesarias


En aquel tiempo Dios vivía en la tierra. Un día se le acercó un hombre, un viejo granjero, y le dijo : - Mira, puede que seas Dios y que hayas creado el mundo, pero tengo que decirte una cosa: no eres un granjero. No conoces ni el ABC de llevar una granja. Tienes algo que aprender.

—¿Qué me aconsejas? —dijo Dios.

—Dame un año de tiempo y durante ese período deja que haga las cosas a mi manera para ver qué pasa. ¡La pobreza será barrida de la faz de la tierra!

Dios aceptó: concedió un año al granjero. Naturalmente éste pidió las mejores condiciones: nada de tormentas ni vientos fuertes, ningún peligro para la cosecha. Todo era cómodo, agradable, y él se sentía muy feliz. ¡El trigo crecía tanto! Cuando quería sol, tenía sol; cuando quería lluvia, tenía lluvia, toda la que quería. Aquel año todo era correcto, matemáticamente correcto. Pero cuando se cosechó, no había nada dentro del trigo.

El granjero estaba sorprendido. Y preguntó a Dios: —¿Qué ha pasado? ¿Qué ha fallado?

—Como no había desafíos —dijo Dios—, como no había conflicto ni fricción, como evitaste todo lo malo, el trigo permaneció impotente. Es imprescindible luchar un poco. Las tormentas son necesarias, los rayos y truenos son necesarios. Ellos agitan el alma dentro del trigo.

Esta parábola es de inmenso valor. Si sólo eres feliz y feliz y feliz, la felicidad perderá todo su sentido. Será como si alguien escribiera con tiza blanca en una pared blanca. Nadie será capaz de leerlo. Tienes que escribir en una pizarra negra, entonces se puede leer.

La noche es tan necesaria como el día. Y los días de tristeza son tan esenciales como los días alegres. A esto es a lo que yo llamo comprensión. Una vez que lo entiendes, te relajas; y en esa relajación está la rendición. Dices: «Que se haga tu voluntad». Dices: «Haz lo que te parezca correcto. Si hoy hacen falta nubes, dame nubes. No me escuches, mi comprensión es limitada. ¿Qué sé yo de la vida y sus secretos? ¡No me escuches! Sigue haciendo tu voluntad». Y, poco a poco, cuanto más veas el ritmo de la vida, el ritmo de la dualidad, el ritmo de la polaridad, dejas de preguntar, dejas de elegir.

Éste es el secreto. Vive con este secreto y ve su belleza. Vive con este secreto y de repente te quedarás sorprendido: ¡Qué grandes son las bendiciones de la vida! ¡Cuánto se te está dando a cada momento!".

Por Osho

martes, 20 de enero de 2015

Reconozco la Verdad



Somos amor, abundancia y dicha perfecta, esa es La Verdad. Quienes apoyan esa verdad y son capaces de ver más allá de lo que las apariencias físicas nos muestran, quienes entienden que el orden y el amor son el estado natural, han encontrado la felicidad.

Este mundo físico que vemos y que muchas veces nos parece imperfecto e injusto, es solo un mundo de sombras que se moldea de acuerdo a las creencias que existen en nuestro interior; cámbialas  y verás cómo esto que parece tan sólido y real, desparece, se desvanece antes tus ojos para dar forma a un nuevo mundo, moldeando a perfección tu nueva creencia o concepto.

Nuestros pensamientos hacen los moldes, todas nuestras ideas son  aceptadas en nuestro interior y ponen un poder en movimiento de acuerdo a ese pensamiento. La Ley de Dios es inmutable y nos concede todo de acuerdo a nuestras impresiones.

De esta forma, todos los problemas de limitación, sufrimiento y maldad no son más que creaciones erróneas de quienes no comprenden las leyes divinas y crean a partir del temor. Esto es lo que origina  conflicto y confusión porque no confían en que hay suficiente de todo para todos, y que estamos aquí para ser felices y prósperos. Ignoran que en nuestro estado natural somos amor y perfección porque somos una parte de Dios y estamos hechos de su propia naturaleza, El habita en nosotros y esto quiere decir que dentro nuestro esta todo el amor, la felicidad y abundancia que anhelamos.

Si deseamos vivir en un mundo lleno de amor, rodeados de personas y circunstancias placenteras, el camino es controlar cada pensamiento que niega la realidad y hacernos conscientes de todo el bien que existe. Debemos sentir la presencia de Dios en nuestro interior y mantener diariamente una profunda comunión con El, de esta forma todo lo negativo desaparecerá de nuestra vida.  
Inténtalo y verás milagros.  
  
“….y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres” - Juan 8:32



Por Marcela Allen 


lunes, 19 de enero de 2015

domingo, 18 de enero de 2015

Si el Dinero No Importara


¿Cuáles son tus deseos? ¿Qué es lo que te impulsa? ¿Qué tipo de situaciones te gustarían?

Supongamos, hago esto a menudo en las clases de orientación vocacional con mis estudiantes, ellos vienen a mí y me dicen, bueno, vamos a terminar la universidad y no tenemos ni la menor idea de lo que queremos hacer. Entonces, siempre les hago la pregunta, ¿qué te gustaría hacer si el dinero no fuera el objetivo? ¿Cómo realmente te gustaría gastar tu vida?

La respuesta es increíble, la mayoría de nuestros estudiantes del sistema educativo dicen: siendo así, nos gustaría ser pintores, nos gustaría ser poetas, nos gustaría ser escritores, pero como todo el mundo sabe, no se puede ganar dinero de esa forma. Otras personas me dicen: me gustaría vivir en el campo y montar a caballo. Yo digo, ¿Te gustaría enseñar en una escuela de equitación? Bien podrías hacerlo. ¿Qué es lo que quieres llegar a ser?

Cuando finalmente llegamos a algo, cuando el individuo dice lo que realmente quiere hacer, voy y les digo: hazlo y olvídate del dinero, porque, si me dices que conseguir dinero es la cosa más importante, pasarás la vida malgastando tu tiempo. Estarás haciendo cosas que no te gustan para seguir con una vida que consiste en hacer cosas que no te gustan, lo que es estúpido. Es mejor tener una vida corta llena de las cosas que te gusta hacer, que una larga vida gastada de  forma miserable.

Y si después de todo, si en realidad te gusta lo que estás haciendo, no importa lo que sea, eventualmente puedes llegar a ser un maestro en eso. Es la única manera de convertirse en un maestro de algo, estar realmente ahí porque te gusta. Y entonces serás capaz de obtener un buen pago por lo que sea que hagas.

Así que no te preocupes demasiado. Así es como son las cosas – alguien está interesado en todo, en cualquier cosa que puedas interesarte, encontrarás a otros que lo hagan. Pero es absolutamente estúpido gastar el tiempo haciendo cosas que no te gustan, con el fin de mantenerte gastándolo en otras cosas que tampoco te gustan y enseñando a tus hijos a seguir por el mismo camino.

¿Que estamos haciendo? estamos trayendo niños y educándolos para que vivan el mismo tipo de vida que nosotros estamos viviendo. Todo con el fin que puedan justificarse de que encuentran satisfacción en la vida trayendo a sus hijos para que traigan a sus hijos a hacer lo mismo, es como provocarse arcadas y nunca vomitar. No lleva a ningún lado.


Por lo tanto, es muy importante tener en cuenta esta cuestión. ¿Qué es lo que deseo?

Por Alan Watts 


sábado, 17 de enero de 2015

No te Preocupes de lo que Hacen los Demas



"Sea lo que sea aquello con lo que te encuentres, primero intenta hallar las causas en tu interior. No te preocupes acerca de por qué los demás son egoístas. Deja que lo sean si así es. Ya soportan suficientes castigos a causa de sus egos; no has de preocuparte por ello.

Siempre que ves que alguien es egoísta, vuélvete inmediatamente hacia ti mismo, cierra los ojos e intenta descubrir la causa en ti. Eso te ayudará. Si descubres una causa en ti mismo, podrás soltarla, podrás transformarla. Y si llegas a desembarazarte del ego, de repente te sentirás inmensamente dichoso.

¿Para qué preocuparse de lo que hacen los demás? Piensa en ti. Sé un poco más interesado. Estás intentando ser demasiado desprendido, demasiado altruista. Sé un poco más interesado. Piensa en tu propio ser y en cómo desperdicias tu vida.

Aquello con lo que te cruzas, sea lo que sea, es muy probable que acabes descubriendo que oculto en las profundidades de tu ser resulta ser tu problema.

Considéralo de esa manera. Siempre que te enfadas no es porque los demás han creado cólera en ti. Ya estaba allí; debe haber permanecido en un estado latente. Los demás sólo pueden provocar lo que ya está ahí. Sus insultos no pueden provocar cólera en ti. Si no está ahí, los insultos no pueden crearla. Los insultos sólo pueden hacer que salga lo que ya está ahí. La cólera no ha sido creada por nadie más; está o no está. Y si nadie es responsable de esa cólera, entonces empezarás intentando hallar alguna excusa.

He visto a gente muy enfadada con sus zapatos, tirándolos con rabia. He visto a gente enfadada con puertas, dando portazos con rabia. ¿Qué te ha hecho la puerta? ¿Qué puede hacerte un zapato? Pero no puedes hallar objetos humanos. Nadie te ha insultado, nadie se ha convertido en excusa para ti, y resulta que hierves de rabia. Ya estás a punto de explotar... cualquier cosa te disparará.

Todo aquello que ves en los demás es más o menos una proyección de tu propia mente. Ésa es la actitud religiosa básica. Si crees que proviene de los demás, entonces estás adoptando la actitud política. Por eso un político no hace más que cambiar a los demás: se necesita una revolución en la sociedad, pero no en él. Hay que cambiar el mundo. Sólo entonces podrá vivir en paz.

El político nunca puede vivir en paz. Es imposible. El mundo no va a cambiar. No es tan fácil. Tu vida es corta, y el mundo ha seguido siendo el mismo y va a ser casi igual. Sólo tú cambias, porque sólo tú puedes devenir consciente.

La revolución es la consciencia. La consciencia es transformación. Así que vuélvete consciente interiormente".


Por Osho

viernes, 16 de enero de 2015

Aprender a Escuchar



Existe un gran número de personas con la profunda necesidad de simplemente ser escuchados. 
Escuchar a los demás es una virtud que demuestra una madurez mental y espiritual pero son muy pocos quienes la poseen; la mayoría no escuchan para comprender al otro, sino simplemente para responder.
El escuchar es un valioso regalo que podemos entregar y que implica renunciar a la necesidad de interrumpir, relacionar con historias personales,  dar opiniones o juicios. Escuchar no es amoldar lo que el otro dice a nuestras historias personales y en base a ello juzgar, sino ponerse en su lugar y mirar desde su perspectiva. Escuchar es mirar a los ojos a quien habla y hacerle sentir que verdaderamente estas ahí.

Como practica espiritual el escuchar nos hace crecer porque nos ayuda a estar completamente presentes en lo que está ocurriendo en este momento.  Nos da sabiduría y nos ayuda a desarrollar generosidad, paciencia y una presencia amorosa con los demás. Hay una frase del filósofo y teólogo alemán Paul Tillich que debiéramos tener siempre presente: “La primera tarea del Amor es Escuchar”.  Escuchar a quienes se acercan buscando consuelo, a quienes quieren compartir una alegría, a quienes tienes a tu lado, tu familia, tus amigos. Muéstrales cuanto te importan sus palabras y lo que tengan que decir, se sentirán apreciados y valorados.  

Incorpora en tu vida la práctica espiritual de escuchar con el corazón y estarás dando un valioso regalo para ti y para los demás.


















miércoles, 14 de enero de 2015

El Joven Samurai - Cuento


Había en el antiguo Japón feudal un maestro Zen que era conocido por su sabiduría y por la grandeza de su alma.  Su nombre era Hakuin.
Un joven y poderoso samurai –acosado en su interior por los interrogantes sobre el más allá- se presentó ante Hakuin y le preguntó: - Maestro, ¿existen el infierno y el paraíso?
Hakuin le miró a los ojos y no le respondió.  Era conocido su convencimiento de que las palabras a menudo velan más de lo que desvelan.
- ¿Quién eres tú?- preguntó el Maestro.
- Soy un samurai, que está al servicio de su Shogun y que ha hecho de la guerra, externa e interna, un modo de vida.
- ¡Tú, un guerrero! – exclamó Hakuin.  Pero mírate bien ¿qué señor va a querer tenerte a su servicio? Si pareces un mendigo, un hombre débil y desaliñado que ni impone respeto ni probablemente lo merezca.
La cólera se apoderó del samurai.  Aferró su sable y lo desenvainó.
Hakuin continuó, sin inmutarse lo más mínimo y con un cierto aire de burla en el tono de su voz:  - Ah, ¡pero si incluso tienes un sable!  Aunque probablemente debes ser demasiado torpe como para cortarme la cabeza con él.  Ve con cuidado, no vaya a ser que te cortes y te hagas daño.
Fuera de sí, el samurai levantó su katana dispuesto a decapitar al maestro.
Cuando la afilada hoja ya se acercaba al cuello de Hakuin, éste dijo con voz firme y rotunda: - Aquí, amigo mío, se abren las puertas del infierno.Con esta espada, esta ira, este ego, así se abre la puerta.
Esto es algo que un guerrero puede entender. Y el samurai comprendió de inmediato: ésta es la puerta. Volvió a envainar su sable y se inclinó ante el maestro en muestra de respeto y admiración.
-Y aquí se abren las puertas del paraíso- sentenció Hakuin con una leve sonrisa dibujada en el rostro.
El infierno y el cielo están dentro de ti, ambas puertas están dentro de ti. Cuando te comportas inconscientemente, allí está la puerta del infierno; cuando estás alerta y consciente, allí está la puerta del cielo”.
Cuento Zen
Reflexión: “El cielo y el infierno no son geográficos, son psicológicos. El cielo y el infierno no están al final de tu vida, están aquí y ahora. La puerta se abre a cada momento; a cada momento transitas entre el cielo y el infierno. Es algo que ocurre de momento a momento, es urgente; en un momento puedes pasar del infierno al cielo, del cielo al infierno. El infierno y el cielo están dentro de ti. Las puertas están muy cerca una de otra: con la mano derecha puedes abrir una y con la izquierda puedes abrir la otra. Con un cambio mental, todo tu ser se transforma: del cielo al infierno y del infierno al cielo. Cuando actúas inconscientemente, sin conciencia, estás en un infierno; cuando eres consciente, cuando actúas con plena conciencia, estás en el cielo”.  - Osho

martes, 13 de enero de 2015

EL ARTE DE BENDECIR – Pierre Pradervand



Bendecir significa desear y querer incondicionalmente -totalmente y sin reserva alguna- el bien ilimitado, para los demás y para los acontecimientos de la vida, haciéndolo aflorar de las fuentes más profundas y más íntimas de nuestro Ser.

Bendecir significa reconocer el bien infinito que forma parte integrante de la trama misma del universo. Ese bien lo único que espera es una seña tuya para poder manifestarse.

Al cruzarte con la gente por la calle, el auto, en tu lugar de trabajo, bendice a todos. La paz de tu bendición será la compañera de su camino, y el aura de su discreto perfume será una luz en su itinerario.  Bendice a los que te encuentres, derrama tu bendición sobre su salud, su trabajo, su alegría, su relación con Dios, con ellos mismos y con los demás.

Bendice a todos en todas las formas imaginables, porque esas bendiciones no sólo esparcen las semillas de la curación, sino que algún día brotarán como otras tantas flores de gozo en los espacios áridos de tu propia vida.

Bendice tu ciudad, tus gobernantes y a todos como los educadores, enfermeras, barrenderos, sacerdotes y prostitutas. Cuando alguien te muestre la menor agresividad, cólera o falta de bondad, responde con una bendición silenciosa. Bendice totalmente, sinceramente, gozosamente, porque esas bendiciones son un escudo que los protege de la ignorancia de sus maldades, y cambia de rumbo la flecha que te han disparado.

Bendecir, significa invocar la protección divina sobre alguien o sobre algo, pensar en él con profundo reconocimiento; significa también llamar a la felicidad para que venga a él; significa reconocer una belleza omnipresente, oculta a los ojos materiales. Es activar la ley universal de la atracción que, desde el fondo del universo, traerá a vuestra vida exactamente lo que necesitas en el momento presente para crecer, avanzar y llenar tu vida de gozo.

Es imposible bendecir y juzgar al mismo tiempo. Mantén en ti ese deseo de bendecir como una incesante resonancia interior y como una perpetua plegaria silenciosa, porque de este modo serás de esas personas que son artesanos de la paz, y un día descubrirás por todas partes el rostro mismo de Dios.

Y por encima de todo, no te olvides de bendecir a esa persona maravillosa, absolutamente bella en su verdadera naturaleza y tan digna de amor, que eres tú mismo.


Extraído del libro "El arte de Bendecir"- Pierre Pradervand