Por Brian Weiss
El amor es la respuesta a todo. El amor no es
una abstracción, sino una energía de verdad, o un espectro de energías, que
puede «crear» y mantener en su ser. Sólo con expresarlo. Empiece a entrar en
contacto con Dios en su interior. Sienta el amor. Exprese su amor. El amor
disuelve el miedo. Cuando se siente amor no puede temerse nada. Como todo es
energía, y el amor abarca todas las energías, todo es amor.
La mayoría de nosotros no vivimos la vida como
si fuéramos conscientes de nuestra naturaleza espiritual. Nos comportamos como
si fuéramos simples objetos físicos, sin almas y sin espíritu. Si no fuera así,
jamás haríamos las locuras que seguimos haciendo.
Más del 90% de
nosotros cree que Dios existe, que el cielo es real y que al morir nos vamos a
otro lugar, pero nuestra conducta contradice esas creencias. Nos tratamos mutuamente
con grosería y violencia. Seguimos cometiendo actos genocidas e incesantemente
provocamos guerras. Matamos y violamos, torturamos y robamos. Seguimos
comportándonos de formas muy brutales y egoístas.
El miedo nos impide reconocer nuestra esencia
espiritual verdadera. Los seres espirituales deberíamos poner en práctica la
compasión y la caridad, no el asesinato y el hurto. Tenemos demasiados miedos.
Si prefiere considerarlo en términos de
recompensa y castigo, piense que se le recompensará abundantemente por los pensamientos
y los actos de amor y de compasión y que, invariablemente, se le castigará por
los actos de odio y violencia. Parece ser que nos cuesta entenderlo; al
contrario, la expresión del amor suele parecernos más aterrador). Nos da miedo
que nos rechacen, que nos pongan en ridículo, que nos humillen, que nos
consideren bichos raros, que nos etiqueten o parecer tontos.
Pero incluso esos miedos son falsos: siempre
somos amados y estamos protegidos. Somos seres espirituales en un vasto mar
espiritual habitado por otros muchos, muchísimos, como nosotros. Algunos tienen
una forma física, pero la mayoría no. El amor es el agua de ese mar.
El amor es una energía, la más alta y la más
pura. En sus vibraciones más altas, el amor posee tanto sabiduría como conciencia.
La energía es lo que une a todos los seres. El amor es absoluto y eterno.
Cuando las religiones hablan de la naturaleza
de Dios, siempre se menciona el amor. Eso se cumple en todas las religiones y
nos une a todos.
No es exagerado imaginarse que existe una energía
pura, la que llamamos amor. Al ir disminuyendo sus vibraciones, su estado
cambia. Nosotros somos forma sólida.
Dos de nuestros
objetivos principales durante el tiempo que estamos aquí son la redención y la
consecución de la paz interior. Al decir
redención me refiero a la libertad. La redención, implica la superación del
karma, a través de los actos la gracia divina. Hay muchos caminos que llevan a
redención. Al redimirnos reclamamos y conseguimos destino de nuestra alma. La redención es
fruto del amor, no del sufrimiento. Cuando nuestros corazones rebosan amor y
nuestro amor fluye hacia los demás, es que estamos en proceso de redención.
Estamos satisfaciendo y cancelando nuestras deudas kármicas. Nos sentimos
atraídos hacia el seno de Dios, del que venimos, pues Dios es el amor que está
por encima de todas las cosas.
Pero no basta
con alcanzar la paz interior. La experiencia monástica o ascética sirve para
lograr un fin, pero no es el fin en sí. Alcanzar un estado de calma estando en
una cueva en el Tibet es algo admirable, pero no supone más que un primer paso.
La vida en un mundo físico requiere actos físicos: tenderles la mano a los
demás para aliviar su sufrimiento y ayudarles en su camino; practicar la
empatía y la compasión; ayudar a curar el planeta, a sus habitantes y sus
estructuras; enseñar además de aprender.
Si se dedica a ese proceso, alcanzará la paz
interior... aunque no tenga tiempo libre para meterse en una cueva.
Extracto del Libro "Los Mensajes de los Sabios" por Brian Weiss
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