Las creencias son ideas y
pensamientos que aceptamos como verdades. Lo que pensamos de nosotros mismos y
del mundo se hace verdad para nosotros. Aquello que decidimos creer puede
expandir y enriquecer nuestro mundo. Cada día puede ser una experiencia
emocionante, jubilosa y llena de esperanza, pero también puede dejarnos un
saldo de tristeza, limitación y dolor. Dos personas que vivan en el mismo
ambiente, en las mismas circunstancias, pueden percibir la vida de manera muy
diferente. ¿Qué es lo que puede llevarnos de uno a otro de esos mundos? Yo estoy
convencida de que son nuestras creencias. Cuando estamos dispuestos a cambiar
la estructura primaria de nuestras creencias, entonces podemos experimentar un
verdadero cambio en nuestra vida.
Sean cuales fueren las
creencias que tengas sobre ti mismo y sobre el mundo, recuerda que sólo son
pensamientos, ideas, y que las ideas se pueden cambiar.
Nuestro subconsciente acepta
todo aquello que decidimos creer. El Poder Universal jamás nos juzga ni nos
critica. Se limita a aceptarnos por nuestro propio valor. Si tienes una
creencia que te limita, esa creencia llegará a ser tu verdad. Si crees que eres
demasiado bajo, demasiado gorda, demasiado alto, demasiado lista (o no lo
suficiente), demasiado rico o demasiado pobre, o que eres incapaz de
relacionarte con la gente, entonces esas creencias llegarán a ser tu verdad.
Recuerda que estamos hablando
de pensamientos, y que los pensamientos se pueden cambiar. Nuestras opciones
respecto de lo que pensamos son ilimitadas, y el momento del poder es siempre
este momento, el presente.
¿Qué estás pensando en este
momento? Lo que piensas, ¿es positivo o negativo? ¿Quieres que eso que estás
pensando construya tu futuro?
De niños, a partir de las
reacciones de los adultos que nos rodeaban aprendimos quiénes éramos y qué era
la vida. Por eso muchos tenemos una idea de nosotros mismos que no nos pertenece,
como no nos pertenecen muchas de las reglas que nos dictan cómo hemos de vivir.
Si has vivido con personas que eran desdichadas o coléricas, que se sentían
asustadas o culpables, entonces habrás aprendido muchísimas cosas negativas
sobre ti mismo y sobre tu mundo.
Cuando crecemos, tenemos
tendencia a recrear el ambiente emocional de nuestro hogar de la infancia.
También tendemos a reproducir, en nuestras relaciones personales, las que
tuvimos con nuestros padres. Si de niños nos criticaban mucho, en nuestra vida
adulta buscaremos personas que se comporten de igual modo. Si de niños nos
elogiaron, amaron y estimularon, intentaremos reproducir ese mismo
comportamiento.
Todo aquello con que nos
enfrentamos es un pensamiento, y los pensamientos se pueden cambiar. Sea cual
fuere el problema, tus experiencias son los efectos externos de algo interno:
tus pensamientos. Incluso el odio a uno mismo es una idea que uno tiene de sí.
Esta idea produce un sentimiento, y uno acepta ese sentimiento. Pero si no
tuviéramos la idea, no tendríamos el sentimiento. Los pensamientos se pueden
cambiar. Cambia el pensamiento y el sentimiento desaparecerá.
El pasado no tiene poder sobre
nosotros. No importa cuánto tiempo nos hayamos pasado siguiendo una pauta
negativa. Podemos liberarnos de ella en este momento.
Tanto si lo creemos como si
no, somos nosotros quienes escogemos nuestros pensamientos. Quizás
habitualmente pensemos una y otra vez lo mismo, de modo que no parece que
estemos eligiendo nuestros pensamientos, pero en su momento hicimos la opción
original. Podemos negamos a pensar ciertas cosas. ¿Cuántas veces te has negado
a pensar algo positivo sobre ti mismo? También puedes negarte a pensar algo
negativo sobre ti mismo.
La creencia más íntima de
todas las personas con quienes he trabajado es siempre: «¡Yo no sirvo para...!»
Todas las personas que conozco o con quienes he trabajado padecen, en mayor o
menor medida, de sentimientos de culpa o de odio hacia sí mismas. «Yo no sirvo
para esto, o no hago lo suficiente para conseguir lo otro, o no me lo merezco»,
son quejas bien comunes. Pero, ¿a los ojos de quién, o según qué normas no
sirves, o no te lo mereces?
Estoy convencida de que el
resentimiento, las críticas y el miedo causan la mayoría de los problemas que
tenemos en la vida. Estos sentimientos provienen de que culpamos a los demás y
no asumimos la responsabilidad de nuestras propias experiencias. Si somos los
únicos responsables de todo lo que nos pasa en la vida, entonces no hay nadie a
quién culpar. Sea lo que fuere lo que esté sucediendo «ahí fuera», no hace más
que reflejar la intimidad de nuestros propios pensamientos.
Nuestro sistema de creencias
atrae tal comportamiento. En ti hay alguna idea que atrae a la gente que
exterioriza esa clase de comportamiento. Si la gente abusa constantemente de ti
o te maltrata, piensa que la pauta es tuya. Esa forma de comportamiento
desaparecerá de tu vida cuando cambies la idea que la atrae.
Podemos cambiar nuestra
actitud hacia el pasado. El pasado pasó, y no se lo puede cambiar. Es una
tontería que nos castiguemos ahora porque alguien, hace mucho tiempo, nos hizo
daño.
Si optamos por creer que somos
víctimas desvalidas y que para nosotros no hay esperanza, el mundo apoyará
nuestra creencia. Nuestras peores opiniones de nosotros mismos se verán
confirmadas.
Si optamos por creer que somos
responsables de nuestras experiencias, tanto de las buenas como de las
supuestamente malas, entonces tendremos la oportunidad de superar y dejar atrás
los efectos del pasado. Podemos cambiar; podemos ser libres.
Louise L Hay
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