TRADUCCION

martes, 25 de noviembre de 2014

Ying y Yang Interior




¿Cómo podríamos percibir nuestras partes más sólidas si no existieran, dentro de nosotros, debilidades?  ¿Cómo podríamos aprender sin nuestra ignorancia?

¡Cuántas cosas había pagado demasiado caro! ¡Y cuántas cosas había recibido sin darme cuenta de cuán barato las había conseguido! Avaricia y derroche, dos puntas de un mismo error.

El miserable y el pródigo, dos yo anidando en mí, conviviendo dentro de mí, apareados tratando de diferenciarse y a la vez de competir, de aparecer, de dominar.

¡Qué loca idea esta de que todo va por el mundo de a dos! Vivimos en un enorme ying-yang: dos partes que configuran un todo único e indivisible, dos mitades que se pueden  diferenciar únicamente para comprenderlas, pero que no tienen existencia independiente.

Para que puedas percibir la luz hace falta la oscuridad. Las cosas son sólo si existe el opuesto. Y eso es así con la luz y la oscuridad, con el día y la noche, con lo masculino y lo femenino, con la fuerza y la debilidad.

Esto es así en el mundo de afuera y, por supuesto, lo es también en el mundo de adentro. Todas nuestras cualidades, condiciones, virtudes y defectos están en nosotros, apareados con sus correspondientes opuestos. Ninguno de nosotros es sólo bueno, ni sólo inteligente, ni sólo valiente. Nuestra bondad inteligencia y valentía coexisten siempre con nuestra maldad, con nuestra estupidez y con nuestra cobardía.

Todos hemos escuchado que los que se sienten superiores y tratan de mostrarlo, en realidad deben creerse bastante inferiores, y es cierto. Cada vez que un rasgo se manifiesta por sobretodos los demás, no siempre es síntoma de que en nosotros predomina ese rasgo, sino que muchas veces este predominio es solamente la expresión de un gran trabajo con el que la otra polaridad ha sido escondida, evitada, resistida, reprimida. ¿Detrás de cada buen tipo se esconde siempre un reprimido? A veces es así. Ese buen tipo tuvo que hacer algo con ese mal tipo que anida en él, lo cual tuvo un costo para él. Lo importante es saber qué cosas escondo y para qué lo hago.



Por: Dr. Jorge Bucay

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