Imagina que eres
el dueño de una importante empresa y miles de empleados trabajan para ti. Has
contratado a personas que se ocupan de la manufactura y el marketing de tus
productos, a administradores, contables, asesores, artistas, expertos en
publicidad… Miles de personas que trabajan para que tu empresa tenga éxito.
Ahora imagina
que no trabajas personalmente con ninguna de esas personas, pero tienes un
gerente que lo hace, y tu gerente las comprende, las aconseja y las guía. Así
pues, cada vez que se te ocurre una idea, la expresas a tu gerente, que dice:
“Me ocuparé de ello enseguida”. Y así lo hace, con eficiencia, con rigor, con
precisión. Como a ti te gusta.
Quizá te digas
en estos momentos: “Me encantaría tener un gerente así, una persona en quien
confiar, que trabajara en beneficio mío”.
Nosotros
respondemos: Tienes un gerente tan competente o más que ése. Tienes un gerente
que trabaja continuamente en tu provecho que se llama Ley de Atracción. Sólo
tienes que expresar un deseo para que este Gerente Universal se apresure a
satisfacerlo.
Pero la mayoría
no ven a este Gerente Universal de esa forma. Disponen de este gerente, pero
siguen responsabilizándose de todo. Dicho de otro modo, dices: “Sí, la Ley de
Atracción existe, pero el que lo hace todo soy yo”. Y nosotros respondemos: ¿De
qué sirve entonces la Ley de Atracción?
Eso sería como
tener un gerente al que pagaras medio millón de dólares al año y se limitara a
preguntarte: ” ¿Desea algo de mí?” Y tú contestaras: “No, no. Me conformo con
pagarte para que seas mi gerente”.
Mientras tú te
ocupas de todas las tareas, del trabajo administrativo, de las obras de
construcción… Trabajarías hasta la extenuación, hasta caer rendido cada día,
mientras tu gerente disfrutaba tomando el sol en una playa.
Eso sería
absurdo. Lo lógico es que hicieras trabajar a tu gerente, que delegaras en él o
en ella; que le pidieras cosas con la intención de que las haga. Así es como
debes considerar a la Ley de Atracción. Pídele cosas con la esperanza de
obtener resultados. Cuando delegues en ella, harás las dos únicas cosas que son
precisas para llevar a cabo tu Creación Deliberada: identificar el objeto de tu
deseo, y permitir que el Universo te lo conceda.
Así pues, el
hecho de fijarte unas metas es como delegar en el Gerente Universal. Y el hecho
de alcanzar la vibración que te permita que tus deseos fluyan hacia ti equivale
a confiar en que tu gerente lo ponga todo en orden y que, cuando debas hacer
algo, él mismo te lo indique. Dicho de otro modo, cuando debas tomar otra
decisión, sé consciente de ello.
No delegas tu
vida, sino que la creas. Te conviertes en un visionario creativo en lugar de un
“actuante”. Lo cual no significa que no haya muchas cosas que querrás y podrás
hacer. No pretendemos impedir que actúes. Actuar es divertido. No hay nada más
delicioso en el Universo que tener un deseo que encaje con tus vibraciones y
que tu alineación o conexión con tu Fuente de Energía te inspire a actuar. Ésta
es la mayor extensión del Proceso de Creación. No existe una acción más
deliciosa en el Universo que una acción fruto de la inspiración.
Extracto del
Libro “Pide y se te Dará” – Esther & Jerry Hicks.
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