TRADUCCION

martes, 2 de diciembre de 2014

Nacer Cada Mañana


Soy aquel que nace cada mañana, contemplo el sol y la ciudad como despiertan, y como poco a poco se llena de rostros serios, apurados y uno que otro sonriente.
Camino por las calles, el olor a pan caliente me sorprende y me tienta a servirme un trozo junto a una humeante taza de café.  Comienzo a saborearlo y dejo que el viento toque mi rostro mientras me siento en alguna banca vacía y sigo contemplando este mundo loco que no para.

Vuelvo a caminar, ¿Qué es eso? Un hombre en tal apuro que me estrella bruscamente y en lugar de disculparse me reprende, perfecto… tiempo preciso para una lección de perdón y paciencia.  Frente a esta valiente reacción de mi parte, me concentro en la sensación de paz que experimenta mi corazón y dejo que me envuelva por completo. Estoy en paz.  

Ahora siento la necesidad de una sonrisa o una palabra amable, ¿dónde la encuentro? En cualquier parte, comprendo que este mundo no es más que mi reflejo, así que solo basta dar lo que quiero conseguir, y así regalo una sonrisa y me viene una de regreso, digo una palabra gentil y tengo otra para mi. ! Que perfecto espejo es este mundo!

Así mi día se va llenando de emociones, sensaciones, miro y contemplo todo a mi alrededor, tanto por mirar, tanto por observar, tanto que contemplar que pudiera estar horas y horas en cada lugar por el cual transito. Si miro hacia arriba: el cielo, las nubes que caminan junto conmigo, las aves que vuelan graciosamente; a mi alrededor: los arboles que se mecen, la gente con diversas expresiones; al frente: la plaza, las palomas comiendo migajas de pan; por donde miro hay algo extraordinario con lo cual sorprenderse.

Tanto por escuchar, por saborear, por tocar, por comprender, tanto por que reír, tanto de que maravillarse, pero ya no me queda más tiempo. Hice lo que más pude por aprovechar este día.

Ahora ya el sol se esconde, observo como muere este día y así muero con él, se va, ya no existe, ni yo tampoco....  está bien, mañana volveré a nacer. 


por: Marcela Allen  

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