TRADUCCION

domingo, 14 de diciembre de 2014

La Pequeña Alma y el Sol


Había una vez una pequeña alma que estaba muy emocionada porque había descubierto quien era –  ¡Ya sé quién soy! Exclamaba emocionada.
Y Dios le contestó: – ¡Maravilloso! , ¿Quién eres?
¡Soy la luz! –respondió la pequeña alma
Dios sonrió ampliamente: así es —exclamó. Tú eres la Luz.
La pequeña alma estaba feliz porque había comprendido al fin quien era, pero después de un rato comenzó a mirar que a su alrededor no había sino luz. Todas las almas eran grandiosas y al igual que ella brillaban con el brillo imponente de la propia luz de Dios. Así, la pequeña alma en cuestión era como una vela en el sol. En medio de la más grandiosa luz de la que formaba parte, no podía verse ni experimentarse a sí misma.
Entonces volvió a hablar con Dios y le dijo: - Padre, ahora que ya sé quién soy, quiero sentir como es ser la luz.
-  Pero si ya eres la luz – dijo  Dios, sonriendo.
-  Sí, pero aquí todo es luz, soy como una vela al sol, quiero saber cómo se siente serlo.
-   Bueno pequeña, si ese es tu anhelo, deberás separarte del resto de nosotros y luego debes surgir por ti misma en la obscuridad – dijo Dios.
-  ¿Qué es la obscuridad ?- preguntó la pequeña alma.
- Lo que tú no eres –respondió Dios  y le explicó que, para poder experimentar cualquier cosa, se requiere de su opuesto. No podrías saber que es lo caliente sin lo frío, el arriba sin el abajo, lo rápido sin lo lento. No podrías saber que es la izquierda sin la derecha, el acá sin el allá, el ahora sin el después.
-   Está bien, quiero estar en la obscuridad para saber quién soy- dijo la pequeña alma.
-  Así será – dijo Dios,  pero al verte envuelta en la oscuridad, no te desalientes ni te deprimas. Más bien, sé Luz entre las tinieblas, permite que tu luz brille para que todos sepan que eres alguien muy especial.  Pero recuerda que “especial” no quiere decir “mejor”. Todos son especiales, cada uno a su modo.
- ¡Fantástico! – exclamó la almita, quien bailaba, reía y daba saltos de felicidad.
-  Bien, ahora dime ¿qué parte de lo especial quieres ser? – Preguntó Dios
-  ¿Qué parte de lo especial? No te entiendo.
-  Verás – le explicó Dios: Ser la Luz es ser especial, pero eso está hecho de muchas partes. Ser generoso, Ser amable, Ser creativo, Ser paciente, Ayudar a los demás. Y tú puedes ser todas esas cosas, o cualquier otra parte de lo especial que desees ser, en cualquier momento.
El alma se quedó un momento pensando en silencio y luego exclamó muy emocionada: ¡Ya se lo que quiero ser! , quiero ser el perdón.
Entonces Dios le dijo: Es muy bueno, pero aquí no hay nadie a quien perdonar. Todo cuanto hice es perfecto. No hay una sola alma en toda la creación que sea menos perfecta que tú. La Pequeña Alma miró a su alrededor, nadie parecía ser menos maravilloso, menos magnifico o menos perfecto que ella misma y que no había ninguna  alma a quien podía perdonar. La pequeña almita estaba muy triste, quería experimentarse como el que Perdona, quería saber cómo es esa parte de lo especial. Y, así supo cómo es estar triste.
Pero entonces, un Alma amistosa salió de entre la multitud: No te preocupes Pequeña -le dijo. Yo te ayudaré.
- ¿De verdad? -replicó, con el rostro iluminado.
- Así es, yo iré a tu siguiente vida y haré algo para que me perdones.
-  Pero… ¿Por qué habrías de hacerlo? —preguntó la Pequeña Alma. Tú que eres un Ser de tan absoluta perfección, tú que vibras con gran rapidez creando una luz tan brillante que apenas puedo verla.
- Es muy fácil -repuso el Alma Amistosa. Lo haré porque te amo y quiero ayudarte  a cumplir tu deseo.  Llegaré a tu próxima vida y te haré algo “malo” y entonces podrás experimentarte como el que Perdona.
-   ¿Qué harás? -preguntó la Pequeña Alma
-  Ya pensaré en algo. Solo quiero pedirte una cosa, repuso el Alma Amistosa. en el momento que te hiera, cuando te haga sufrir, en ese mismo instante, recuerda que todo lo que hago es para ayudarte, recuerda quien soy realmente.
-  ¡Si, así será! -exclamó la pequeña alma. ¡Te lo prometo! Siempre te recordaré tal y como te veo aquí y ahora.
La Pequeña Alma y comenzó a cantar y bailar ¡Podré perdonar, podré perdonar! ¡Eres todo un ángel por estar dispuesta a hacer tal cosa por mí!
-  Claro que el Alma Amistosa es un ángel -interrumpió Dios. ¡Todos lo son! Siempre recuerda eso, yo solo envió ángeles.
Y así fue, La Pequeña Alma fue hacia una nueva vida, emocionada por ser la Luz, que era muy especial, y por ser esa parte de lo especial que se llama Perdonar.  Y esperó ansiosamente poder experimentarse como Perdón y agradecer lo que hiciera la otra alma para que fuera posible.
* Extracto del cuento que aparece en el libro: “Conversaciones con Dios I” , del autor Neale Donald Walsch.

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