Me quedaré en
silencio para dejar a Dios que actúe por mí. Cuando alguien me hable procuraré
mantener mi mente muy callada, escucharé
con total atención para dejar que las palabras lleguen a sus oídos; miraré a
través de sus ojos y podré ver la verdadera belleza que hay en cada persona; analizaré cada acto con su compasión y no
habrá nada que Yo no sea capaz de
perdonar.
Cuando mi mente
quiera hablarme, la acallaré porque quiero escuchar al que habita en mi
interior y que muchas veces ignoro. Dejaré que hable tan fuerte que no solo
yo pueda escucharlo sino todo aquel que entre en contacto conmigo. Quiero dejar que actúe por mi y yo solo ser el instrumento de su amor y paz.
Dejaré todo en sus manos y aprenderé a confiar en la sabiduría de la vida, porque aunque muchas veces no lo parezca, todo está perfecto. La felicidad es mi destino y es ahí donde soy guiada cada día.
No hay nada por lo que yo tenga que luchar, todo lo que quiero me es dado naturalmente, simplemente si así lo permito. Yo solo debo aprender a conectarme con mi alma, con mi esencia, que es Dios… que soy Yo.
Por eso, me quedaré en silencio para dejar a Dios que actúe por mí...
Por Marcela Allen
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