En aquel tiempo Dios vivía en la tierra. Un día se le acercó un hombre, un viejo granjero, y le dijo : - Mira, puede que seas Dios y que hayas creado el mundo, pero tengo que decirte una cosa: no eres un granjero. No conoces ni el ABC de llevar una granja. Tienes algo que aprender.
—¿Qué me aconsejas? —dijo Dios.
—Dame un año de tiempo y durante ese período deja que haga las cosas a mi manera para ver qué pasa. ¡La pobreza será barrida de la faz de la tierra!
Dios aceptó: concedió un año al granjero. Naturalmente éste pidió las mejores condiciones: nada de tormentas ni vientos fuertes, ningún peligro para la cosecha. Todo era cómodo, agradable, y él se sentía muy feliz. ¡El trigo crecía tanto! Cuando quería sol, tenía sol; cuando quería lluvia, tenía lluvia, toda la que quería. Aquel año todo era correcto, matemáticamente correcto. Pero cuando se cosechó, no había nada dentro del trigo.
El granjero estaba sorprendido. Y preguntó a Dios: —¿Qué ha pasado? ¿Qué ha fallado?
—Como no había desafíos —dijo Dios—, como no había conflicto ni fricción, como evitaste todo lo malo, el trigo permaneció impotente. Es imprescindible luchar un poco. Las tormentas son necesarias, los rayos y truenos son necesarios. Ellos agitan el alma dentro del trigo.
Esta parábola es de inmenso valor. Si sólo eres feliz y feliz y feliz, la felicidad perderá todo su sentido. Será como si alguien escribiera con tiza blanca en una pared blanca. Nadie será capaz de leerlo. Tienes que escribir en una pizarra negra, entonces se puede leer.
La noche es tan necesaria como el día. Y los días de tristeza son tan esenciales como los días alegres. A esto es a lo que yo llamo comprensión. Una vez que lo entiendes, te relajas; y en esa relajación está la rendición. Dices: «Que se haga tu voluntad». Dices: «Haz lo que te parezca correcto. Si hoy hacen falta nubes, dame nubes. No me escuches, mi comprensión es limitada. ¿Qué sé yo de la vida y sus secretos? ¡No me escuches! Sigue haciendo tu voluntad». Y, poco a poco, cuanto más veas el ritmo de la vida, el ritmo de la dualidad, el ritmo de la polaridad, dejas de preguntar, dejas de elegir.
Éste es el secreto. Vive con este secreto y ve su belleza. Vive con este secreto y de repente te quedarás sorprendido: ¡Qué grandes son las bendiciones de la vida! ¡Cuánto se te está dando a cada momento!".
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